miércoles, 30 de septiembre de 2009

Japón, la otra vía: volumen 5

Cambiar el rollo de papel higiénico (vulgo «papel del culo») suele ser un... rollo para muchos usuarios habituales del excusado, que optan por justificar su contumacia en la escasa pero aún legalmente válida disponibilidad de tan preciado material. En otras palabras, por no cambiarlo son capaces de dejar un miserable segmento de papel con el que no podría limpiarse ni David el gnomo. Los más reticentes a tan banal esfuerzo doméstico esperan pacientemente la restitución por parte de un miembro ajeno de la familia, a fin de poder limpiarse de nuevo su propio miembro (porque Ud., estimado varón, lo hace, ¿no?).

Las consecuencias de tamaña dejadez pueden adquirir proporciones catastróficas. Imagínense ustedes que, en su día de asueto, deciden dejar a un lado los prejuicios para darle una oportunidad a ese restaurante chino a la vuelta de la esquina. Lo más probable es que, si no están acostumbrados a ciertas comidas más exóticas que unos callos, acaben pagando cara su osadía. Así pues, el tiro les saldrá por la culata, y otras cosas arderán en deseos de salir por otro sitio.

En esos momentos de considerable presión anal es necesario actuar con presteza. El tiempo apremia, y el retrete se convierte en un oasis del desierto al que arribar ipso facto. Si ha percibido en su justo momento los primeros visos de alarma, probablemente llegará a tiempo para realizar la evacuación (doble en el caso de servidor, ya que las circunstancias obligan a desalojar a cualquier persona en un radio de 20 metros y declarar el baño en cuarentena). Si es este el caso, no cante victoria. Puede darse el caso de que, después del estruendo de los fuegos artificiales, se encuentre una desagradable sorpresa en forma de cartón cilíndrico, completamente ausente del papel que suele recubrirlo. Lo peor de todo es que existe la posibilidad de que sea usted el culpable de tan lamentable e inoportuna ausencia.

Pero eso se acabó. Ya no hay excusas. Cambiar el rollo ha pasado a ser una mera anécdota gracias al sistema japonés. Sí, quizás estoy exagerando y algún lector está hasta las narices de ver esto en España, pero yo me baso en mi propia experiencia.


sábado, 26 de septiembre de 2009

La vuelta al Báltico en 5 días (4)


El escribir sobre viajes pasados me ha enseñado una gran lección: date prisa en escribir lo antes posible sobre tus aventuras, porque poco a poco irás olvidando esos datos interesantes y esa información sobre la historia del lugar en cuestión. Eso es lo que me pasa con Tallin, por lo que recomiendo encarecidamente el artículo de ocholeguas.com respecto a ciudad: helo aquí. Y por si no tenéis suficiente, he aquí otro del mismo sitio web (¿por qué habrán escrito dos entradas sobre la misma ciudad? Misterios insondables). Por cierto, la grafía correcta es Tallín, que no *Tallín.

Llegué a Tallin en bus con el tiempo justo para ver la ciudad. Primero me aseguré del horario del último ferry a Finlandia y después me dirigí a la ciudad, información turística en ristre, para dar un paseo por su maravilloso casco antiguo. La verdad es que mayo demuestra una época ideal para viajar, por su temperatura y tiempo. Todos los días fueron soleados y con un clima bastante agradable.


Siempre me acuerdo de haber leído en algún lugar que Estonia era el país de la Unión Europea con la mayor integración tecnológica por habitante. Esto es, casi la totalidad de los estonios tiene acceso a internet, hasta el punto de que el 80% de los estonios hace sus declaraciones de la renta por internet (según el artículo). Una ciudad con un legado cultural e histórico considerable y que, sin embargo, se ha adaptado sin complejos a los avances de la era contemporánea en su vertiente más tecnológica.




El casco histórico de Tallin, declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1997, bien merece una visita. Tras callejear y hacer las fotos de rigor, probé la comida local en un restaurante de la Plaza del Ayuntamiento (Raekoja Platz). El edificio del ayuntamiento, construido en el siglo XIV, es uno de los símbolos de la ciudad, con su torre de 64 metros. Como anécdota, en esta plaza se encuentra la farmacia más antigua de Europa (1422).


La catedral ortodoxa de Alexander Nevski. No es la única dedicada a este santo, ya que existe otra en Yalta, Crimea (Ucrania), además de la que pude visitar personalmente en Sofía, Bulgaria.



Un último adiós a Tallin en el ferry, desde es el que se aprecia en la distancia la torre de la Iglesia de San Olaf, que curiosamente fue el edificio más alto del mundo desde 1549 hasta 1625, sustituyendo a la Catedral de Lincoln británica (que a su vez se había impuesto a la Pirámide de Keops). Perdió el título en favor de la bella Catedral de Estrasburgo. Aquí podéis saber cuáles fueron los edificios más altos del mundo a lo largo de la historia.

domingo, 20 de septiembre de 2009

El tren... nocturno habitual (2/2)

Vivir en Japón teniendo que coger trenes de hora punta acaba produciendo el llamado síndrome de la sardina enlatada. Y no es para menos, si tienes la desgracia de tener un trabajo normal y coges el metro a primera hora de la mañana, prepárate para encajar en el vagón cual pieza de TETRIS. Es entonces cuando los "empujadores" de las estaciones hacen acto de aparición, para asegurarse de que las puertas se cierran correctamente con el pescado bien empaquetado dentro. Si vislumbras su figura en el andén, ya sabes lo que te espera: un tren atestado en el que la primera postura que cojas será la elegida para el resto del viaje.

Mi trabajo de autónomo (que no autómata japonés) me evita tener que coger esos trenes tempraneros, pero la aglomeración para coger alguno de los últimos trenes nocturnos es inevitable. Volviendo a casa hace un tiempo me encontré con este panorama.


Hay casos peores, pero la verdad es que puede ser todo un problema no estar colocado en el lado correcto, es decir, aquel por el que las puertas se abren en la estación deseada. Afortunadamente tuve suerte esta vez, y no pude evitar grabar con el móvil lo que espera a esos lucenses que me van a visitar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El tren fantasma (1/2)

Cuando quedé con mis amigas italianas para ir al Designfesta hace ya buena, toda la gente que estaba en mi vagón se bajó en la misma parada, dos antes que la mía. La sensación de tener el vagón solo para mí me resultaba tan sospechaba que sentía un impulso cuasi irrefrenable de seguir a la manada. Algo tenía que estar haciendo mal, si todo el mundo se bajaba. ¿Es que a nadie le interesaba Shinkiba? Me imaginaba el significado del mensaje que se oía por la megafonía:

Atención, señores pasajeros, este tren procederá a despeñarse por el barranco de Sakamoto, rogamos se apeen en esta parada si todavía aprecian su vida.



Al final decidí mantenerme en mis trece y llegué a la estación sin problemas. Quién sabe, igual no me había echado desodorante aquel día.

¿Pero Japón no era famoso por esos trenes atestados de gente? Pues sí, si quieren verlo con sus propios ojos no se pierdan el siguiente capítulo de esta miniserie.

viernes, 11 de septiembre de 2009

La entrada centenaria

La vida es un libro del que, quien no ha visto más que su patria, no ha leído más que una página.

- Filippo Pananti (1776-1837); poeta cómico italiano.

Cómo ha pasado el tiempo... Hace poco más de un año decidí crear mi propio blog por varios motivos: informar ligeramente sobre mi paradero, plasmar en negro sobre blanco las experiencias vividas para que no queden impregnadas exclusivamente en mi humana retina y, por qué no, practicar el noble arte de la expresión escrita, por la profesión que profeso profesando devoción.

En el ámbito de la traducción el destinatario es una referencia importante, digna de tener en cuenta. Sin embargo, en este caso, los únicos destinatarios que tenía en mente eran mi familia y algunos amigos. La mayoría de los demás blogs famosos que he visitado se centran en sus visitantes, actualizando como sea para mantener la afluencia de navegantes. Debido a la completa ausencia de difusión, el complejo nombre, la falta de tácticas para aumentar el número de visitas, etc., este blog debería ser visto exclusivamente por cuatro gatos.

Por eso no alcanzo a comprender cómo es posible que hayan recalado aquí 2238 personas en un año, procedentes de... ¡63 países! Podría comprender que, por alguna palabra clave, los hispanohablantes encuentren de chiripa y por accidente este sitio, pero son demasiados países y personas.

Lo único que pretendo con esta entrada es agradecer la visita y esperar que les haya resultado interesante. Para los que, por algún extraño motivo, sigan con regularidad este blog y no me conozcan, ¡pues me gustaría saber algo de vosotros! Gracias pues a aquellos que sacien mi curiosidad con un simple comentario a esta entrada.

martes, 8 de septiembre de 2009

La madre que me parió


Supermercado Cemar
Connecticut, Garabolos 12:23 AM

Doña Gervasia contemplaba con regocijo y hasta cierta vanagloria las estanterías en donde reposaban los alimentos del supermercado que ella tenía casi por su propio hogar. Su dilatado historial como clienta, heredado de la generación anterior, le hacían pasearse cual doña Vita Corleone por los recovecos de su Nápoles particular. La sección de pescadería era su bastión inexpugnable, un lugar en donde nadie osaba interponerse en su compra diaria, ejercida en el momento que a ella se le antojaba, haciendo caso omiso de los turnos en forma de papel que el dispensador de color carmín escupía sin cesar para el resto de los plebeyos. "Una mera modernez sin uso particular", a juicio de la reina del percal.

Aquel parecía un día como cualquier otro. Doña Gervasia, ávida de abadejo, se coló ni corta ni perezosa entre las demás clientas, a fin de poder expresar con orgullo y cierta petulancia cuál sería el pescado elegido aquel día:

-Hola, Martita. Mira, hoy me vas a poner...

Y entonces sucedió lo inesperado.

-Perdona... Pero estaba yo primero.

De entre las sombras surgió la fulgurante figura e inesperada queja oral de una intrépida clienta, a primera vista una profesora de inglés en un centro de enseñanza secundaria en Cospeito, a segunda vista una mujer de armas tomar con un tesón que resultaban insólitos para doña Gervasia. Tras un silencio de unos pocos segundos, la mirada penetrante y llena de determinación de Pilar decantó la balanza y doña Gervasia se vio obligada a rendirse ante la evidencia: había sido derrotada en su propio feudo por una jovencita insolente.

-Ah, sí, claro. Perdone...

Ni los más viejos del lugar recuerdan una derrota sin paliativos de tal calibre. Lo cual demuestra que los viejos pierden el tiempo recordando auténticas banalidades.

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Universidad de Vigo
Campus de Lagoas Marcosende, Katmandú (o si no, poco le falta) 12:59 AM

-Bueeeeno, aquí acaba otro día laboral más de mi insignificante vida como funcionario en esta universidad de dudosa reputación y futuro poco halagüe...
-¡Un momento!
-Oiga, señora, que ya vamos a cerrar.
-¡Se trata de un asunto urgente! Es el tan esperado título de mi hijo, que después de cinco años no puede venir a recoger personalmente porque ahora mismo le pilla un poco a desmano. Es que está en Japón.
-Pues no se puede hacer nada, señora. Tiene que venir él mismo.
-¡Pobrecito, hombre! Mire, mire, es este de aquí.

La madre muestra una foto al funcionario. En ella se puede ver perfectamente a un niñito de muy corta edad, con una cabeza de tamaño descomunal, haciendo todo lo posible por hacer... de vientre en un receptáculo minúsculo sobre el que apoya el trasero. La gemebunda cara del niño, sabedor de la notoria adversidad y el cruel sino de sus vanos esfuerzos por excretar, denota el amargo sabor de la derrota y la impotencia ante la espartana y recalcitrante insistencia paterna en el noble e infravalorado acto de hacer popó.

La patética imagen conmueve al funcionario, que exclama:
-Esto es amor y lo demás son tonterías. ¡No se hable más! Mañana mismo se lo enviamos a Japón, señora.

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Lamento no poder estar ahí en este momento con las tres personas más importantes para mí, pero el entendimiento mutuo es tan fluido y el cariño tan metafísico que a veces siento tener mi culo pegado a la silla de mi habitación lucense. Es difícil ser padre, y más cuando la generación anterior ha puesto el listón tan alto con tamaña sucesión de decisiones acertadas: hacerme aprender a nadar por narices, mandarme a campamentos, animarme en mis viajes de interraíl por Europa... Aquel niño alelado con la lamentable y semiautística afición de ver aparcar autobuses se ha convertido en... un muchacho igual de alelado y olvidadizo pero un poco más despierto y curioso.

"Madre no hay más que una" es una frase muy manida por todos aquellos que no sean unos hijos de puta, en el sentido más literal de la palabra. Y es que el orgullo filial es una condición inherente al ser humano. Todos hemos escuchado esta frase:

-Este plato está bien, pero mi madre/abuela lo prepara mucho mejor.

Y sin embargo, ¿quién ha escuchado esto?

-Este plato está bien. Desde luego, mi madre/abuela no tiene ni puta idea de lo que es la buena cocina.

Lo mismo que nadie recomienda a su médico con las palabras "Vete a la consulta del Dr. Martínez, es un auténtico matasanos", nuestros lazos desvirtúan la objetividad de nuestras valoraciones. Pero como este es mi blog y aquí escribo lo que me da la gana, yo digo que objetivamente mi madre es la mejor. Publico estas líneas en un día como otro cualquiera, puesto que ella quedó atrapada antaño en un vórtice temporal que le impide cumplir primaveras y, por consiguiente, envejecer. Siempre joven y jovial, siempre guapa y especial.

¿Se puede ser más ñoño? Ñoños engañemos; al fin y al cabo, estamos hablando de la madre que me parió.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Barbacoa y Awaodori de Koenji (高円寺阿波踊り)

Este domingo disfruté de la primera barbacoa en mi residencia, organizada por los portadores de camisetas amarillas: servidor y Kirk, el estadounidense nacido en Hawái de ascendencia japonesa. Le comenté la idea a Mika, mi amiga taiwanesa, y la verdad es que la bola de gente invitada se fue acumulando hasta llegar a 8 personas por mi parte y 9 por parte de Kirk. Fue una pena que la fiesta estuviese algo pasada por agua y no tuviese tiempo para conocer a todos los del otro bando, porque a cada rato tenía que pirarme para recoger a amigos en la estación.


Jon, nombre olvidado, Kirk, Akane, Emma, Mika y un hombre tremendamente atractivo que pasaba por allí.

Parece que la experiencia fue del agrado de los presentes, porque las cuatro chicas de arriba vuelven a mi humilde hogar para una deliciosa tortilla y demás comidas que tengamos a bien preparar. ¡Qué varón tan afortunado! Al final colapsamos la hermosa terraza de la resi con tanta gente.

De izquierda a derecha en círculo: Jon, Mika, Hide (marido de Jasmin), Jasmin, Akane, no sé, no sé, no sé, no sé, hombre atractivo, Emma, no sé, Wesley, Dorian, Saki, Kirk y Haruna.

Después nos dirigimos al Awaodori de Koenji, la siguiente estación hacia el oeste después de Nakano. El tiempo no acompañó, por el tifón, y nos calamos hasta los huesos, pero mereció la pena por el ambiente y porque, no nos vamos a engañar, me encantan los "awaodoris". El de Koenji es el segundo en importancia después del de Tokushima. Comenzó en 1956 por iniciativa de inmigrantes de dicha prefectura. Participan de media 188 grupos con un total de 12.000 bailarines, y el festival es seguido por 1,2 millones de visitantes.

El origen en sí de esta danza se remonta al año 1587, cuando los habitantes realizaron este baile en honor al señor feudal Hachisuga tras la compleción del castillo de Tokushima.


Los datos mencionados, así como otra información relativa al festival, podéis encontrarla en la página web oficial de este evento.