El programa sigue e Ikegami, en su afán de investigar cómo en algunos países (especialmente los escandinavos) pueden vivir tan contentos y felices pese a un IVA del 25% (nótese que sigo escribiendo los porcentajes sin espacio de separación porque considero la norma un sinsentido, ya que los grados continúan pegados). El país al que se dirige en concreto es nada más y nada menos que... ¡Dinamarca!
El país con la población más feliz del mundo, según la OCDE, presume de un 69,5 de carga nacional (国民負担率), que se define como la suma de presión fiscal más el importe destinado a la seguridad social. El de Japón, por su parte, es casi la mitad: 38,3%.
Al examinar los productos de un supermercado, se da uno cuenta de lo caro que es el papel higiénico o los cepillos de dientes. Sin embargo, la sorpresa llega cuando los tomates son más baratos. ¿Por qué? Pues porque Dinamarca tiene un índice de autosuficiencia alimentaria superior al 100%, mientras que el de Japón asciende solo al 39% (datos de 2011). Por muchos impuestos que tengan, esos productos son nacionales.
Después se preguntan por qué la bicicleta es un medio de transporte tan popular. La respuesta de un japonés del programa es que Dinamarca es un país con una conciencia ecológica notable y que quieren evitar las emisiones de dióxido de carbono. Ikegami responde que esa es una razón también, pero que, ante todo, es el precio lo que los echa para atrás. Porque el impuesto para un nuevo coche se eleva a un impresionante 180%. Como Dinamarca no tiene ningún fabricante nacional, tiene que importar todos y le mete a ese tipo de productos un impuesto de lujo. Sin embargo, el 80% de la población apoya la carga impositiva actual.
Por lo que respecta a la sanidad, en Dinamarca la figura del médico de familia es esencial. Actúa como una especie de filtro, para evitar que el hospital acabe lleno de pacientes de cuyos síntomas bien se puede ocupar uno de estos médicos. Tanto la educación como la sanidad (incluyendo el transporte al hospital) es gratuita. En Dinamarca, el Estado paga el 75% del importe de la guardería. A tenor de esta protección, no es de extrañar que este país cuente con la tasa de empleo más alta entre la población femenina de toda Europa (70,4%).
Una de las consecuencias que saca uno en limpio es que, en un país que nunca ha tenido un porcentaje de participación en unas elecciones inferior al 80%, los políticos tienen que contentar a todos los escalafones de la sociedad, desde el estudiante que acaba de adquirir el derecho a voto hasta el pensionsita.
El país con la población más feliz del mundo, según la OCDE, presume de un 69,5 de carga nacional (国民負担率), que se define como la suma de presión fiscal más el importe destinado a la seguridad social. El de Japón, por su parte, es casi la mitad: 38,3%.
Al examinar los productos de un supermercado, se da uno cuenta de lo caro que es el papel higiénico o los cepillos de dientes. Sin embargo, la sorpresa llega cuando los tomates son más baratos. ¿Por qué? Pues porque Dinamarca tiene un índice de autosuficiencia alimentaria superior al 100%, mientras que el de Japón asciende solo al 39% (datos de 2011). Por muchos impuestos que tengan, esos productos son nacionales.
Después se preguntan por qué la bicicleta es un medio de transporte tan popular. La respuesta de un japonés del programa es que Dinamarca es un país con una conciencia ecológica notable y que quieren evitar las emisiones de dióxido de carbono. Ikegami responde que esa es una razón también, pero que, ante todo, es el precio lo que los echa para atrás. Porque el impuesto para un nuevo coche se eleva a un impresionante 180%. Como Dinamarca no tiene ningún fabricante nacional, tiene que importar todos y le mete a ese tipo de productos un impuesto de lujo. Sin embargo, el 80% de la población apoya la carga impositiva actual.
Por lo que respecta a la sanidad, en Dinamarca la figura del médico de familia es esencial. Actúa como una especie de filtro, para evitar que el hospital acabe lleno de pacientes de cuyos síntomas bien se puede ocupar uno de estos médicos. Tanto la educación como la sanidad (incluyendo el transporte al hospital) es gratuita. En Dinamarca, el Estado paga el 75% del importe de la guardería. A tenor de esta protección, no es de extrañar que este país cuente con la tasa de empleo más alta entre la población femenina de toda Europa (70,4%).
Una de las consecuencias que saca uno en limpio es que, en un país que nunca ha tenido un porcentaje de participación en unas elecciones inferior al 80%, los políticos tienen que contentar a todos los escalafones de la sociedad, desde el estudiante que acaba de adquirir el derecho a voto hasta el pensionsita.