Las Torres Petronas, símbolo de Kuala Lumpur.
El primer país que visitamos fue Malasia, del que dice Cristina Candel:
Como excursión de un día, probablemente uno de los destinos más visitados sean las cuevas de Batu, así llamadas por el Sungai Batu (río Batu). Situadas a 100 metros de altura, tienen una antigüedad estimada de 400 millones de años. Para acceder a ellas tendrás que subir los 272 escalones. Tamaña empresa solo es posible gracias a la fuerza mística que te proporcionará el contemplar la estatua de la deidad hindú Murugan. Piensa en lo afortunado que eres: sus 42,7 metros de altura la convierten en la mayor del mundo en su honor; ahora ya puedes mostrar tu más absoluto desprecio por aquellos pobres desgraciados que hayan visto las estatuas de menor altura.
El viaje de estas navidades me llevó a visitar tres países, dos en los que no había estado nunca (Malasia e Indonesia), y otro al que volvía tan solo un año después: Camboya. Siempre es un placer volver a este último país, pero también toca considerablemente la moral tener que pagar 20 dólares para entrar y 25 para salir. Lo del visado para entrar tiene un pase, pero que el pasajero tenga que apoquinar los "costes de servicio del aeropuerto"... Si vais a Vietnam, Indonesia o Camboya, aseguraos de no gastar como sea todo el dinero disponible en efectivo, porque en estos tres países hay que pagar al entrar y al salir.
El primer país que visitamos fue Malasia, del que dice Cristina Candel:
Podría decirse que Malasia es un país atípico dentro del sudeste asiático. Un país que comparte con sus vecinos esa amabilidad y esa belleza que sólo sabe dar oriente, que goza de innumerables maravillas naturales, que esconde entre su pasado un rico saber cultural y que, además, ha sabido sostener el desarrollo económico y conservar la estabilidad política. El resultado: una nación próspera y rica.
No podría estar más de acuerdo, salvo la pequeña puntualización de que la amabilidad cuenta con una notoria excepción, los taxistas, los cuales se niegan a usar o siquiera encender el taxímetro, por mucho que les ruegues. También utilizan la técnica de dejar un paño encima para que no se vea lo que marca.
Desde luego, en el análisis político-económico, Malasia supera con creces a los demás países del sureste asiático. En esta sociedad multicultural conviven malayos, chinos e indios, además de otras minorías y tribus indígenas. Su renombre como célebre centro de intercambio comercial asiático le viene desde los tiempos dorados de Malaca, cuya ciudad tocaya visitamos posteriormente. Malasia tiene desde la selva tropical más agreste a la metrópoli más ultramoderna y voraginosa.
En la Plaza Merdeka, con las Torres Petronas y la Torre KL al fondo.El envidiable equilibrio que reina en este país tan multicultural me recuerda a Bélgica, en el sentido de que, mientras hay bienestar y riqueza, no hay tensiones que valgan. Estamos hablando de un país oficialmente musulmán (religión que practica el 60% de la población), pero con un considerable número de budistas, cristianos, hinduistas y practicantes de la religión tradicional china. Un crisol más formidable que el belga, con valones y flamencos profundamente divididos, fundamentalmente por la lengua (lo cual no deja de ser triste para un traductor). En el caso de Bélgica, el bienestar reinante hasta ahora ha mantenido apagada la llama de la rebelión.
Malasia es, al igual que España, una monarquía constitucional en el que el capitalismo ha inclinado la balanza a su favor como sistema reinante. Uno no puede evitar establecer una relación entre el progreso económico y social de un país según la dualidad capitalismo-comunismo. En el bando comunista están Camboya, Vietnam y China. El primero de ellos sigue siendo un país muy pobre, los dos siguientes son países esencialmente comunistas con prácticas capitalistas en lo que a economía se refiere. Sin embargo, el comunismo más cerrado a nivel político se mantiene especialmente en China, con ejemplos tan recientes como la encarcelación de Liu Xiaobo. Es un largo debate en el que no hay buenos ni malos teóricos, solo pésimos ejecutores, y tampoco hay espacio aquí como para divagar al respecto.
Kuala Lumpur es la capital de Malasia, y probablemente las Torres Petronas sean su símbolo más emblemático y representativo. Si subiste a ellas entre 1998 y 2003, puedes afirmar con orgullo que estuviste en el edificio más alto del mundo, ya que después fue superado por Taipei 101, y este a su vez por el Burj Khalifa. Una vez construido el One World Trade Center de Nueva York y el Pentomimium de Dubai, dejarán el último escalón de este singular podio para pasar a ocupar el quinto puesto. Por supuesto, al lado de la torre no puede faltar el parquecito y el centro comercial, con precios bastante diversos a los que suele pagar el malayo de a pie.
La Plaza Merdeka (Dataran Merdeka) es otro de los lugares de trascendencia histórica. La palabra "Merdeka" significa independencia; fue aquí pues donde se izó por primera vez la bandera de Malasia, en 1957. Debe de resultar un honor ondear al viento en el mástil más alto del mundo: unos nada desdeñables 95 metros.
Otra de las zonas con interés y un aire colonial es la zona que rodea al Mercado Central. Doris, una de las compañeras de viaje italianas, no paraba de sacar fotos a todas las casas de la zona. Un paisaje urbano variopinto, sin duda. Es aquí también donde se encuentra el barrio chino de la ciudad.
Como excursión de un día, probablemente uno de los destinos más visitados sean las cuevas de Batu, así llamadas por el Sungai Batu (río Batu). Situadas a 100 metros de altura, tienen una antigüedad estimada de 400 millones de años. Para acceder a ellas tendrás que subir los 272 escalones. Tamaña empresa solo es posible gracias a la fuerza mística que te proporcionará el contemplar la estatua de la deidad hindú Murugan. Piensa en lo afortunado que eres: sus 42,7 metros de altura la convierten en la mayor del mundo en su honor; ahora ya puedes mostrar tu más absoluto desprecio por aquellos pobres desgraciados que hayan visto las estatuas de menor altura.