jueves, 30 de abril de 2009

Invierno azul en Fraser Island

El año pasado tuve la ocasión de emprender un viaje como Dios manda para ver por fin Australia, Tailandia, Camboya y Vietnam. Lamentablemente este último país no lo pude visitar por el oportuno bloque de los aeropuertos por parte de los manifestantes de ese país (nunca se lo perdonaré), así que me queda pendiente. Sin embargo, pude disfrutar de las principales atracciones turísticas australianas (con ciertas excepciones, como Ayers Rock o la Gran Barrera de Coral) viajando solo. La verdad es que, visto lo mucho que se puede sufrir cuando tu compañera de viaje es un auténtico coñazo de persona (dese por aludida solo una japonesa), es todo un placer decidir tú a dónde quieres ir, teniendo un plan más o menos concebido pero improvisando sobre la marcha.

Llegué a Brisbane el 7 de noviembre y, después de estar el fin de semana con mi amigo Nathan, me busqué la vida para encontrar cosas que hacer. Y, cerca de Brisbane, lo que más me llamó la atención fue Fraser Island, Patrimonio de la Humanidad y la mayor isla de arena del mundo. Sí, este tipo de datos nos encantan a Diego y a mí. Así podemos decir que hemos estado en el/la mejor o el/la más x del mundo.

Fue un tour guiado de tres días en el que conocí a dos noruegos, dos japonesas, dos coreanas (que visitaré en junio), una pareja italiana y un inglés. Los demás integrantes formaban parte de un grupo de coreanos que iban a su bola.

Minji (Corea), Sigbjørn y Marcus (Noruega, creo que me estoy inventando lo de Marcus), James (Reino Unido), Marcella (Italia), servidor y Crystal (Corea).

Al final quedé un poco decepcionado porque no se cumplieron algunas de las promesas que venían reflejadas en el tour: lanzar un bumerán y tocar el didgeridoo. Pero por lo menos pudimos ver algunos paisajes singulares.

Para entrar en la isla es necesario disponer de un vehículo con tracción a las cuatro ruedas, entre otras cosas porque si no vas de culo para moverte por aquí. El nuestro se metía por todos los sitios, desde la orilla del mar (en el que está terminantemente prohibido bañarse, al estar infestado de tiburones)...


... hasta por el medio de las selvas tropicales, para llegar a sitios como el Lago Wabby:


Esta foto no es mía, pero es que opté por no llevar la cámara aquí por miedo a las arenillas.

Durante los recorridos por la playa tuvimos la ocasión de ver a un dingo salvaje. Sorprendentemente, tras leer la Wikipedia me enteré de que son originarios de Asia y no de Australia. Como podéis ver en el vídeo, son una especie de híbrido entre perro y zorro (aunque aúnan características de lobo y perro). La gente los suele categorizar como "perros salvajes". Por lo que dijo el guía en el viaje, los dingos "pura raza" escasean, ya que se han cruzado con los perros procedentes de Europa. En algunos lugares son bastante peligrosos, en Fraser Island hay bastantes, y no es muy inteligente acercarse a acariciarles, porque son animales salvajes. De hecho, la entrada del albergue estaba electrificada para impedir que accediesen al recinto.



Otras cosas que merece la pena visitar en Fraser Island son Eli Creek, un riachuelo que desembocaba en el mar.


Y el Fraser Island Rainforest, la selva tropical de Fraser Island, con el denominado riachuelo invisible. Uno podía pasar justo a su lado pero era tan silencioso y tan difícil de distinguir que recibió ese apodo.



Creo que aquí se aprecia mejor.


Y por último, los restos del Maheno. Era ya un barco viejo allá por el año 1935; fue declarado obsoleto y se decidió transportarlo a Japón desde Melbourne para venderlo como chatarra. Desafortunadamente, en su viaje se vio arrollado por un ciclón y fue a la deriva hasta varar en Fraser Island. Y ahí sigue desde entonces.


El turismo australiano ofrece sin duda alicientes en cuanto a fauna y paisajes, pero la verdad es que se queda un poco corto en lo que respecta a historia. En este aspecto no está a la altura de otras naciones herederas de civilizaciones y culturas como la jemer, la mongola, la china, etc.

domingo, 26 de abril de 2009

Recuerdos de España: karts y Las Médulas

Japón tiene muchas cosas que ver, pero la verdad es que a veces uno no tiene por qué irse muy lejos para pasar un día entrañable con los más allegados. Una de las ideas más acertadas de los últimos meses en España fue ir a los karts y rematar la jornada con un paseo por Las Médulas de León.

Lo mío con los automóviles siempre ha sido una relación de amor-odio. En mi más tierna infancia solía quedarme horas en la sala de la casa de mi abuela, cuyas ventanas daban a la estación de autobuses, para contemplar cómo entraban y salían los autocares, así como sus correspondientes aparcamientos. Me quedaba tan extasiado ante tan singular y anodino acontecimiento que era necesario llevarme la comida allí. Cuando mi abuela relataba mi desmedida pasión por los autobuses, mi padre se planteaba una dicotomía, esto es, un dilema con dos posibles soluciones:

1) Mi hijo será camionero.
2) Mi hijo es tonto perdido.

La vida ha acabado por demostrar que me encontraba muchísimo más cerca de la segunda opción. Detesto conducir por lo que implica: prestar muchísima atención (me encanta estar en Babia), buscar aparcamiento a la vez que conduces (puedo traducir, estudiar kanjis y ver una carrera de fondo, pero me es imposible mantener una conversación coherente al conducir mientras busco aparcamiento en territorio desconocido). Puedo comprender que sea un gran placer si estás viendo un hermoso paisaje por una carretera sin apenas tráfico, pero la situación normal es la circulación banal por ciudad.

Servidor cogiendo ventaja.

Pero los karts ya es harina de otro costal. Aquí hay emoción, entretenimiento, deporte, rivalidad fingida, piques graciosos, velocidad y hasta un poco de liberación de adrenalina. Aquí los mejores conductores o con más experiencia en coches de verdad no tienen por qué ser los mejores, y aquí es donde los torpones al volante como yo pueden liberarse.

Era la segunda vez que acudía a este circuito de karts próximo a Ponferrada. Mi bautismo de fuego fue iniciativa de colegas lucenses (vamos a atribuirle el mérito a Carballido, porque ahora no me acuerdo de quién había sido), y en esta ocasión acudí con la familia y los amigos de mis padres. Lógicamente contaba con demasiada ventaja, así que mientras ellos le cogían el tranquillo al circuito, yo pude grabar este vídeo.



Coche 1: mi hermana Paula - 5: mi tío Luis - sin número: mi prima Andrea - 2: mi padre.

Después de una sesión de clasificación de 15 minutos se formó la parrilla de salida. Aquí vemos a mi tío Luis (5) y mi hermana (1) en primer plano y momó con el número 3.


Hubo dos carreras, y en las dos me tuve que conformar con el papel de segundón que me persigue desde mi primera participación. Cuando uno adquiere una cierta destreza, esto se parece mucho a la fórmula 1, en el sentido de que es muy difícil adelantar a alguien, a no ser que lo embistas o el otro cometa algún error. En este caso yo disponía de ventaja por conocer el circuito y me paré a abrochar la cazadora para descender posiciones y tratar de recuperar. Pero claro, Diego aprendió rápido y en la primera carrera me fue imposible recuperar desde el final. En la segunda, por fin, hubo algo de emoción, pero cuando lo estaba pasando nos tocamos y yo me llevé la peor parte: un trompito. Sin embargo, esas dos vueltas de intentar encontrar el hueco son mucho más divertidas que tirar uno solo durante 10 vueltas para ganar. Estoy planeando ir a un circuito de karts en Japón, y si voy haré lo mismo. ¡Es la leche de divertido!

En mi mente esperaba un duelo en la cumbre con mi progenitor, pero su pilotaje se asemeja bastante al de Hamilton en que es muy "agresivo". De tan agresivo que es, se cargó el tubito de la dirección y tuvo que pasar por boxes. Lástima. Al final, el que mejor le pilló el tranquillo de la familia, en cuanto a tiempos respecta, fue mi tío Luis, a la postre tercero. En las declaraciones tras la carrera afirmó: "Así son las carreras. Lamentablemente los neumáticos se degradaron en la séptima vuelta y a partir de ahí se acabó la carrera para mí. Aun con todo eso quedamos de terceros y bueno, esperemos que en el circuito de Rábade lo podamos hacer bien".


Heme aquí asumiendo mi derrota con entereza y deportividad, que contrasta con el orgullo de mi tío.

La madre del campeón, Concha, se llevó la medalla a la conducción segura.

Ya sabemos cómo suelen terminar estas jornadas en Galicia: con una comilona en condiciones. Así que fuimos a una casa rural cercana para comer y prepararnos para nuestra excursión a Las Médulas.

La matriarca en plena siesta, sobre un acebo en primer plano.

Las Médulas, patrimonio de la Humanidad, fueron la mayor mina a cielo abierto de todo el Imperio Romano (los desmontes mineros alcanzaron los 3 km de extensión máxima y más de 100 m de profundidad).


Conforman un paisaje único y son un interesante exponente sobre los cambios que produjo la minería de oro romana en las comunidades del noroeste peninsular. ¿Cuáles?

A través de las llanuras artificiales conformadas por los estériles de la mina se crearon nuevas vías de acceso a la zona. El Lago de Carucedo, producido por el taponamiento de un valle de esos vertidos, fue más tarde un valioso recurso piscícola y hoy es un humedal protegido. Los antiguos cauces de los canales que conducían el agua utilizada en el proceso de explotación del oro han sido reutilizados como "carriles" o caminos de comunicación y trasiego de ganado por los habitantes de la zona. Los cultivos introducidos en época romana, particularmente el castaño, han pervivido y se han convertido en una seña de identidad inseparable de Las Médulas. Incluso la misma superficie dejada por los desmontes mineros antiguos ha dado paso a nuevas formas de explotación del suelo.







jueves, 23 de abril de 2009

Los hermanos Yoshida, maestros del shamisen / 吉田兄弟、三味線の達人

Este martes 21 fuimos Amir, Hugo y servidor a un concierto acompañados de Ken y Chiaki, dos japoneses: el primero un poco zumbado y la segunda una preciosa chica que nada tiene que ver con su diabólico tocayo. Por desgracia no llevé la cámara a este evento a la postre espectacular y original, pero sirva este vídeo de Youtube como demostración de las capacidades de los hermanos Yoshida, unos auténticos expertos en la interpretación del shamisen, un instrumento musical de tres cuerdas que a mí, personalmente, me recordaba ligeramente a un banjo (este de origen africano y con cinco cuerdas).

Si se dedicasen meramente a tocar el shamisen es probable que no hubiesen alcanzado el estrellato, pero la verdadera originalidad de este grupo radica en la fusión que realizan con otros instrumentos modernos, incluyendo sintetizadores, guitarras acústicas y eléctricas o la batería.

A una señora japonesa de edad avanzada le sorprendió ver a extranjeros en un concierto más bien destinado al público japonés. Sin embargo, los hermanos Yoshida han estado de gira incluso en España, y lo mencionaron durante el concierto, que terminó con un final apoteósico precedido de sendos solos de shamisen que demostraban a todas luces la formidable destreza que poseen para este noble arte, fomentada mediante un adiestramiento de muchas horas al día y probablemente no exento de algún hostión japonés marca de la casa.

Aquí dejo dos vídeos, el primero es uno de sus temas más famosos, el segundo también ha alcanzado fama internacional por usarse para el anuncio de la consola Wii.



lunes, 20 de abril de 2009

Una comida grande y libre

El pasado fin de semana regresé a Hakone con Chika y Masako para disfrutar de un agradable fin de semana en un hotel de lujo, en el que nos pudimos hospedar a un buen precio porque mis dos amigas son miembros (o 'miembras') del club del hotel. Como no podía ser menos, el 露天風呂 (rotenburo o baño al aire libre) era toda una delicia, hasta el punto de que me quedé allí absorto durante al menos dos horas. Tanto me entretuve que mis amigas se preocuparon y enviaron a un japonés para que me buscase y preguntase si estaba bien.

Pero como ya he hablado de Hakone y Odawara en otra entrada, solo quería adjuntar unas fotos a modo de anécdota sobre un restaurante español que vi precisamente en Odawara, cerca de donde comimos. No sé si la ideología del propietario es realmente de extrema derecha, o si se trata de una desafortunada elección como bandera de un restaurante, pero desde luego para un español no pasa desapercibido.






スペイン料理: Cocina española
トマス: Tomás

lunes, 13 de abril de 2009

Naku, el hiperverbo

Kanji de naku.

Hay muchos aspectos del idioma japonés que resultan ciertamente interesantes. Personalmente me llama mucho la atención la relación déficit-superávit de vocablos o expresiones según el ámbito de la lengua.

Por ejemplo, la relación de pronombres personales disponibles en japonés es muy superior a la del español. Nosotros solo tenemos una forma de referirnos a una segunda persona o a nosotros mismos (sin recurrir a expresiones como servidor o el menda), mientras que el idioma nipón contempla un sinfín de posibilidades para tal uso, según el nivel de formalidad y el estatus social del interlocutor. También existen un buen número de partículas cuyos matices se suelen perder al ser traducidos al castellano. En cambio, el artículo no existe y se podría decir que el plural estrictamente dicho brilla por su ausencia. Vamos, que en la frase:

Kore wa inu desu / これは犬です

Nos podríamos estar refiriendo a un perro o a varios, o al perro, o incluso a la perra o perras.

¿Hay algún otro campo que presente un déficit con respecto al español? Seguro que muchos, pero a mí me llama mucho la atención el caso de naku.

En español, los perros ladran*, los gatos maúllan, marramizan o ronronean, los gallos o gallinas cacarean, las vacas mugen, los caballos relinchan, los lobos aúllan, los elefantes barritan, las ranas croan, las ovejas balan, los burros rebuznan, los jabalís arrúan, las panteras himplan, los patos parpan, los mosquitos zumban... Los pájaros suelen piar, trinar, graznar, gorjear o gorgoritear, pero los cuervos crascitan, las golondrinas trisan, los búhos ululan, las perdices ajean, las cigüeñas crotoran, los pavos gluglutean... Y los dragones, de existir, bramarían o rebramarían.

La lista no acaba ahí. ¿Qué pereza daría tener que estudiar sus equivalentes japoneses, no? Pues no os preocupéis, porque todos los animales se limitan a usar un mísero verbo para describir sus llantos, berreos, gemidos, gruñidos y todo lo que quieran proferir. Sí, amigos, naku es el verbo japonés que lo abarca todo: el hiperverbo.

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*Que no se enfurezcan los japonófilos por omitir el verbo hoeru (吠える, ladrar), es que así me quedaba más redondo el artículo. Es la única excepción que conozco debido a mi nivel de principiante. Agradezco cualquier corrección.