viernes, 17 de julio de 2009

Shiman-rokusen nichi (四万六千日)

Pagoda de cinco pisos perteneciente al período Edo, Asakusa.
- Arriba, Felipito, que tienes que ir a rezar.
- Jo momó... Tengo sueño... ¿No puedo faltar hoy?
- ¡De eso nada! Tienes que asegurarte tu plaza en el cielo, ya que no hay dinero para pagarte la de la Pontificia de Comillas.
- Bueno, entre comillas, porque estáis forrados, cabronazos.
- ¿Para qué serviría? ¡Eres un vago redomado! Por no hablar de tu ignorancia supina. Ya que no das un palo al agua, al menos reza por el bien de tu eternidad.
- ¡Estoy harto de rezar! Ya verás, ya, seguro que alguna vez inventan un día cuyas oraciones valgan por mil... ¿Qué digo mil? ¡Cuarenta y seis mil!

Felipito Pérez Oso murió sin saber que estaba en lo cierto. Shiman-rokusen nichi ('46.000 días') es un día muy señalado para aprovechar al máximo tu oración. Este 10 de julio fui con Chika y Masako para comprobarlo por mí mismo.


El houzuki es omnipresente. No sabía el nombre de esta planta en español; y después de investigar descubrí que tenía muchos nombres: alquequenje, vejiga de ferro, farolillo chino... Al parecer su nombre binomial es Physalis alkekengi.


Aquí lo vemos mejor, en esta foto saqueada en cualquier lugar de la web.

Al parecer, cuando llega verano es muy popular tener esta planta en las casas, con una pequeña bola de cristal, porque se supone que el sonido de la campanilla transmite frescor. ¿Por qué? Porque el sonido implica que está soplando esa brisa fresca tan rica.

Durante el paseo probé una especialidad algo cutre: los pepinos con sal y miso. La verdad es que estaba saladísimo y no me gustó mucho.



La noche terminó con una buena ración de tempura en el restaurante de esta especialidad más famoso de Asakusa.

Este es un vídeo del templo de Asakusa, Senso-ji (浅草寺), haciendo caja. Si alguna vez vais a rezar, tened presentes las cantidades ideales de yenes para tirar. Una moneda de cinco trae buena suerte, mientras que una moneda de diez es la peor combinación. ¿Y cuál es la mejor? Si queréis una respuesta rápida: 15. ¿Pero cuál es la razón?

Pues bien, el tirar 5 yenes es positivo, porque la pronunciación de "cinco yenes" (goen 五円, go es 'cinco' y en, 'yen') en japonés coincide con 'buenas relaciones/vínculos/lazos afectivos' (goen 御縁) en el sentido budista. En el caso de la última palabra, está formada por go (prefijo honorífico) y en, un vocablo extremadamente polisémico: 'parentesco, alianza, afinidad, destino, conexión...'

¿Y por qué 15 yenes es la mejor cantidad? Pues se trata de un juego de palabras. "15 yenes" se dice en japonés juu-go en (juu: 'diez'). Pero hete aquí que la palabra juubun significa 'suficiente/abundante'. Por lo tanto, al combinar la moneda de cinco con la de 10 implica abundancia de goen, es decir, de buen karma.



Pues nada, amigos. Mi familia llega el domingo aquí, así que durante ese tiempo este blog se pillará sus bien merecidas vacaciones. ¡Volveremos en agosto!

martes, 14 de julio de 2009

Tanabata y la leyenda del conejo

En la foto superior se puede apreciar el fondo de pantalla animado de mi móvil japonés. En una singular afrenta a Softbank (mi compañía telefónica), me descargué un fondo cuyo protagonista es la mascota de la marca Docomo, rival de Softbank. Los fondos de pantalla animados no son algo desconocido en nuestro país, pero este resulta bastante especial. ¿Por qué? Pues porque las acciones de la ardilla varían en función de la hora del día. Sin embargo, lo más interesante es que también tiene en cuenta la fecha. Por eso estos días pasados se podían ver ciertos detalles nuevos. ¿Podéis encontrarlos?

1) Las tiras de papel que cuelgan de las ramas de bambú. Esto hace referencia al llamado Tanabata (七夕), que tiene lugar el 7 de julio. En esa especie de marbetes o tanzaku (短冊) se escriben deseos o peticiones ("quiero una novia", "quiero que el abuelo se mejore" o "quiero que el abuelo la palme, que hay mucho por repartir"). Mucho se podría escribir sobre esta llamada "festividad de las estrellas", pero ya lo han hecho muchos otros, así que lo mejor es echarle un vistazo al propio artículo de la Wikipedia que pongo como enlace.

2) Las ardillas en la luna. Esto hace referencia a una fábula escrita por el monje Taigu Ryokan (良寛大愚; 1758-1831). Fuente: Yamasa.

En tiempos de Maricastaña vivían un conejo, un zorro y un mono que creían haber sido pecadores en sus vidas pasadas. Como castigo, se habían reencarnado en forma de animales. Decididos a enmendar sus anteriores pecados, se reunieron un día y se prometieron mutuamente ser bondadosos y profesarse un amor fraternal.

Desde el cielo, Taishakuten, una de las deidades del país de los dioses, les contemplaba con incredulidad. Pensó para sus adentros: «¡Imposible! ¡Este mundo está lleno de rencor! Incluso los hermanos serían capaces de odiarse, robarse o incluso matarse entre ellos. Los humanos ya no sienten compasión ni remordimientos, ¿y me vas a decir que estas BESTIAS sí?»

Para comprobar la veracidad de su fe, Taishakuten se transformó en un débil anciano y descendió al mundo de los pecadores, donde vivían los tres animales. Se echó en un camino, haciendo ver que estaba gravemente enfermo. Los tres animales no tardaron en pasar cerca del hombre, aparentemente moribundo.

«Misericordia... por favor, ayudad a este pobre hombre»- rogó a los tres animales con una voz frágil-. «Tengo un camino por recorrer ante mí, pero me han superado el hambre y la sed... Que alguien o algo le ofrezca por favor a este viejo hombre la salvación...».

Viendo que era la ocasión perfecta para demostrar la determinación de su bondad, el mono salió corriendo hacia el bosque y trajo frutas y plantas; el zorro fue a un cementerio y trajo de vuelta ofrendas que habían dejado a los muertos: pasteles de arroz, pescado, bebidas y otras cosas.

El conejo, por su parte, al ser pequeño y débil tenía que mantenerse alejado de los cazadores y los niños traviesos que se divierten abusando de los animales miedosos. Por eso no pudo encontrar nada para salvar al hombre moribundo.

Lleno de vergüenza, se dirigió al hombre viejo. «Lo siento pero aún no he podido encontrar nada; voy a ir a buscar a otro sitio. Por favor, encended una pequeña hoguera y esperad a que vuelva», les pidió.

De pie al lado del viejo, el zorro y el mono se impacientaban. «El conejo no ha traído nada, ¿y encima nos pide que encendamos una hoguera y esperemos a que vuelva? ¡Qué inútil!»- se quejaron, disgustados.

El conejo regresó al poco con las manos vacías. Se quedó mirando el fuego... y saltó hacia sus llamas, para servir al viejo de comida.

Taishakuten quedó muy impresionado y conmovido por este acto de entrega tan sacrificado y proclamó que el conejo debía ascender a la luna para que los humanos recordaran eternamente al conejo y su acto desinteresado.


¿Y qué hacen en la luna? Pues los japoneses creen que los conejos que viven allí pasan el tiempo preparando mochi. Sí, en este caso son ardillas, pero eso es tan solo para hacer la gracia y por la propia mascota de la compañía.

3) De esto ya no estoy tan seguro, pero la planta que se ve a la izquierda es probablemente un alquequenje, también increíblemente llamada "vejiga de perro". Pero dejemos eso para la siguiente entrada sobre nuestra visita a Asakusa.

viernes, 10 de julio de 2009

Japón, la otra vía: volumen 3

La RAE define el concepto de canasta de la siguiente forma:

5. f. En baloncesto, aro metálico sujeto horizontalmente a un tablero vertical, y del que pende una red tubular sin fondo en la que es necesario introducir el balón para el enceste.

Sin embargo, todos sabemos que en las típicas pistas públicas repartidas por la geografía española, la sobredicha red es un bien escaso, a pesar de que existen ciertas leyendas y mitos sobre pistas municipales con redes aún intactas.

Lo malo de no haber red es que, por increíble que parezca, uno a veces no se entera de si la pelota ha entrado o no (por ejemplo en algún tiro lateral que entra limpio). Problema para el que, como no podía ser de otra otra, los japoneses han hallado solución a la vez que se mantienen fieles al espíritu ratero de no gastarse un puñetero duro en una simple red.


Canasta de la pista enfrente de mi casa, normalmente utilizada por los chavales para jugar al béisbol el fin de semana, por supuesto.

sábado, 4 de julio de 2009

Corea: tensión y distensión (2/7)

Casa hanok coreana.

Leo en las noticias que Corea del Norte vuelve a las andadas y continúa con sus lanzamientos de misiles. Pues a esto me refiero con el título de esta serie sobre Corea: la tensión que existe entre norte y sur desde el armisticio (que no tratado de paz) de 1953 contrasta con la distensión de mi experiencia en Seúl y alrededores. En cierta forma me recuerda al alarmismo que cundía en el extranjero durante mi estancia en Bangkok, mientras que en la propia ciudad se respiraba una calma cotidiana, por así decirlo.

Este billete es toda una novedad en Corea, de hecho la mayoría de amigos y conocidos coreanos no lo había visto en la vida. Siendo el más valioso, os imaginaréis que equivale al Bin Laden (el billete de 500 euros de cuya existencia todo el mundo sabe, pero nadie ha visto). Pues nada más lejos de la realidad, porque solo vale 28 euros. ¿Cómo pagan los coreanos? Pues, como en Francia, con cheques. De hecho, mi amiga compró las entradas del palacio con un cheque de 100.000 wones (50 euros). Si tratase de hacerlo en un museo español, probablemente las risas del empleado se oirían en su país natal.

Pero hay otra dualidad que también da título a estas entradas, y es la propia rigidez del pensamiento confucionista, sufrida por aquel que se integre (o intente integrarse) en el día a día coreano, pero invisible a los ojos de un turista que solo está de paso. Ya comenté aspectos como la obligación de usar un sufijo concreto para dirigirse a una persona mayor o, en definitiva, a alguien que se encuentre en un nivel más elevado en la escala social, ya sea por edad u otras circunstancias. Otra de las reglas que me chocaron consiste en que, por ejemplo, mis amigas coreanas no pueden beber mirando a los ojos de sus padres, sino que deben apartar la vista en dicho momento. Aparentemente, esta especie de regla poco común solo se aplica a las bebidas alcohólicas.

Tener amigos coreanos me ha permitido aprender esta serie de cosas, ¿pero qué es lo que veo yo como simple turista? Pues que los coreanos (siempre refiriéndome a los surcoreanos, puesto que poca gente tiene la suerte de conocer a un norcoreano) se han revelado como uno de los pueblos más amables con los que me he topado en mis viajes, superando incluso a los propios nipones. ¿Por qué? Porque la amabilidad japonesa a veces tiene otra cara (guardar las apariencias) de la que hablaré en otro artículo, pero la coreana, a los ojos de un extranjero, parece más sincera. Así, en el metro me habló una vez un anciano, preguntándome en inglés de donde era (algo impensable en Japón), otro me dijo que me sentara a su lado porque yo estaba cargando con la mochila y una bolsa, y otro me puso en el taxi correcto nada más bajar del autobús: me dijo "Where are you going?" y preguntó a varios taxis hasta que encontró uno que no tenía inconveniente en ir. ¡Parecía que estuviesen trabajando para mí! ¡Hasta los normalmente lacónicos empleados del aeropuerto eran amables! A uno de ellos le hizo gracia mi camiseta souvenir de Corea ("¿Te gusta Corea, eh?"), y otra chica se rio cuando le dije gracias en mi lamentable coreano. Por no hablar del camarero que no nos cobró la bebida ni la comida la primera noche por encontrar un bicho en los aperitivos (en España puede que no hubiese cobrado la comida, pero la bebida sí), y después se ofreció a sacarnos fotos delante del restaurante nada más intuir mis intenciones. Por no hablar de la experiencia del templo budista que comentaré posteriormente. La única excepción en todo el viaje fue una señora mayor. Yo tenía la planta de los pies agotada, y mientras subía en las escaleras mecánicas levanté el pie ligeramente para descansarlo. Aquello no le gustó nada a la ínclita, que nada más salir del metro realizó unas durísimas declaraciones, como diría Jose María García. Me espetó lo siguiente:

Your foot is bad!!!

Pero nos estamos yendo por los cerros de Úbeda. Volvamos al viaje.

El primer día me encontré con Minji y Crystal, mis amigas coreanas, para dar simplemente una vuelta por Hongdae, un barrio de artistas muy animado cercano a la Universidad de Hongik. Fue allí donde pudimos disfrutar de esa cena gratuita (comentaré el resto de anécdotas gastronómicas en una entrada destinada especialmente a tal efecto, por ser muy numerosas, pero hoy escribiré sobre algunas chucherías), el día siguiente comenzamos con el mencionado palacio de Gyeongbokchung y, después de la comida, dimos un paseo por una zona comercial de Seúl llamada Insa-dong, en donde se pueden encontrar delicias como estas:

Un toffee gigante o larvas, ¿qué preferís?

También parece ser bastante famoso el Kkultarae, un dulce compuesto principalmente de miel y malta, con nueces de relleno. ¿Queréis ver cómo se hace, partiendo de un simple trozo de miel, más duro que una piedra? Pues he aquí el proceso (ablandar la piedra de miel hasta hacer miles de hilillos):



Nos dirigimos a Hanok Village, una recreación de las casas hanok tradicionales de Corea. Aquí se encuentra la casa de la Reina Yun, esposa del Rey Sunjong (el 27º en la dinastía Joseon), aunque la auténtica estaba en Okin-dong, Jongno-gu, dato tremendamente intrascendente. Lo importante es que en este lugar pudimos disfrutar ver in situ casas tradicionales, juegos con solera como el Yut, una especie de parchís coreano, con cuatro tablillas con dos caras que se lanzan como dados:


Todo ello culminado con mi solo de batería para imitar la noble y ancestral labor del planchado.



Después de esta agradable experiencia, seguimos el destino lógico, puesto que la Torre de Seúl se encontraba a una distancia asequible. Para llegar hasta ella recorrimos un paseo destinado exclusivamente a viandantes y bicicletas. El teleférico nos llevó hasta la torre en sí, desde la que se podía divisar perfectamente la ciudad de Seúl. Y eso no es moco de pavo, no en vano el núcleo metropolitano de Seúl (conformado por Seúl, Anyang, Bucheon, Inchon, Pocheon, Seongnam y Suwon) es el segundo más poblado del mundo, solo superado por Tokio y seguido de Ciudad de México. ¿Os interesa conocer el top 100?


En toda gran ciudad hay un observatorio en forma de torre o gran edificio. Tokio cuenta con varios, las Torres Metropolitanas de Shinjuku (gratuito, caso raro en Japón), la Torre de Tokio, la Torre Landmark de Yokohama, Roppongi Hills...

Su altura es de 479 metros, y al caer la noche se puede disfrutar del espectáculo de luces del artista francés Alexandre Kolinka. Y con esto terminó otro completo día en este país tan fabuloso ;-D.