martes, 14 de julio de 2009

Tanabata y la leyenda del conejo

En la foto superior se puede apreciar el fondo de pantalla animado de mi móvil japonés. En una singular afrenta a Softbank (mi compañía telefónica), me descargué un fondo cuyo protagonista es la mascota de la marca Docomo, rival de Softbank. Los fondos de pantalla animados no son algo desconocido en nuestro país, pero este resulta bastante especial. ¿Por qué? Pues porque las acciones de la ardilla varían en función de la hora del día. Sin embargo, lo más interesante es que también tiene en cuenta la fecha. Por eso estos días pasados se podían ver ciertos detalles nuevos. ¿Podéis encontrarlos?

1) Las tiras de papel que cuelgan de las ramas de bambú. Esto hace referencia al llamado Tanabata (七夕), que tiene lugar el 7 de julio. En esa especie de marbetes o tanzaku (短冊) se escriben deseos o peticiones ("quiero una novia", "quiero que el abuelo se mejore" o "quiero que el abuelo la palme, que hay mucho por repartir"). Mucho se podría escribir sobre esta llamada "festividad de las estrellas", pero ya lo han hecho muchos otros, así que lo mejor es echarle un vistazo al propio artículo de la Wikipedia que pongo como enlace.

2) Las ardillas en la luna. Esto hace referencia a una fábula escrita por el monje Taigu Ryokan (良寛大愚; 1758-1831). Fuente: Yamasa.

En tiempos de Maricastaña vivían un conejo, un zorro y un mono que creían haber sido pecadores en sus vidas pasadas. Como castigo, se habían reencarnado en forma de animales. Decididos a enmendar sus anteriores pecados, se reunieron un día y se prometieron mutuamente ser bondadosos y profesarse un amor fraternal.

Desde el cielo, Taishakuten, una de las deidades del país de los dioses, les contemplaba con incredulidad. Pensó para sus adentros: «¡Imposible! ¡Este mundo está lleno de rencor! Incluso los hermanos serían capaces de odiarse, robarse o incluso matarse entre ellos. Los humanos ya no sienten compasión ni remordimientos, ¿y me vas a decir que estas BESTIAS sí?»

Para comprobar la veracidad de su fe, Taishakuten se transformó en un débil anciano y descendió al mundo de los pecadores, donde vivían los tres animales. Se echó en un camino, haciendo ver que estaba gravemente enfermo. Los tres animales no tardaron en pasar cerca del hombre, aparentemente moribundo.

«Misericordia... por favor, ayudad a este pobre hombre»- rogó a los tres animales con una voz frágil-. «Tengo un camino por recorrer ante mí, pero me han superado el hambre y la sed... Que alguien o algo le ofrezca por favor a este viejo hombre la salvación...».

Viendo que era la ocasión perfecta para demostrar la determinación de su bondad, el mono salió corriendo hacia el bosque y trajo frutas y plantas; el zorro fue a un cementerio y trajo de vuelta ofrendas que habían dejado a los muertos: pasteles de arroz, pescado, bebidas y otras cosas.

El conejo, por su parte, al ser pequeño y débil tenía que mantenerse alejado de los cazadores y los niños traviesos que se divierten abusando de los animales miedosos. Por eso no pudo encontrar nada para salvar al hombre moribundo.

Lleno de vergüenza, se dirigió al hombre viejo. «Lo siento pero aún no he podido encontrar nada; voy a ir a buscar a otro sitio. Por favor, encended una pequeña hoguera y esperad a que vuelva», les pidió.

De pie al lado del viejo, el zorro y el mono se impacientaban. «El conejo no ha traído nada, ¿y encima nos pide que encendamos una hoguera y esperemos a que vuelva? ¡Qué inútil!»- se quejaron, disgustados.

El conejo regresó al poco con las manos vacías. Se quedó mirando el fuego... y saltó hacia sus llamas, para servir al viejo de comida.

Taishakuten quedó muy impresionado y conmovido por este acto de entrega tan sacrificado y proclamó que el conejo debía ascender a la luna para que los humanos recordaran eternamente al conejo y su acto desinteresado.


¿Y qué hacen en la luna? Pues los japoneses creen que los conejos que viven allí pasan el tiempo preparando mochi. Sí, en este caso son ardillas, pero eso es tan solo para hacer la gracia y por la propia mascota de la compañía.

3) De esto ya no estoy tan seguro, pero la planta que se ve a la izquierda es probablemente un alquequenje, también increíblemente llamada "vejiga de perro". Pero dejemos eso para la siguiente entrada sobre nuestra visita a Asakusa.

2 comentarios:

  1. Resúltame moi raro pensar que se substitúo Taishakuten por San Fermín (por exemplo), podo facer pasar esta fábula por un conto da miña aboa.
    Saúdo e parabéns polo blogue.

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  2. ¿O Insua das clases de prácticas de galego do ilustre Antón? ¿Pero como chegaches aquí, meu ;-D? Abofé que si, seica este tipo de lendas teñen ás veces un carácter internacional, coma se fose unha lingua universal, ¿non si? ¡Saúdos!

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