miércoles, 13 de enero de 2010

Carros y carretas

Saludos de nuevo a los cuatro gatos que siguen este blog. Un nuevo año ha empezado y, como siempre, hay demasiadas cosas en el tintero, pero poco tiempo y ganas para contarlas con un leve catarro como hándicap, así que vamos a empezar este 2010 tirando de archivo. Las crónicas de viajes por Malasia, Indonesia, Camboya (de nuevo) y Hokkaido (la isla al norte de Japón) tendrán que esperar.

El diccionario define la expresión carros y carretas de la siguiente forma:

carros y carretas.

1. m. pl. coloq. Contrariedades, contratiempos o incomodidades graves que se soportan pacientemente. Pasaron, o aguantaron carros y carretas.


Esto nos da pie para una historia singular, chabacana y ficticia, que no ocurrió realmente en ningún lugar a ninguna hora. Sin embargo, sirve para ilustrar con este estilo tan ordinariamente ordinario, y por momentos delicuescente, la obsesión real de tres conocidos. Un conocido mío suele introducir su desprecio hacia lo ajeno con la fórmula "No es por ser cabrón, pero...". Yo, siendo menos hipócrita, diré "Es por ser cabrón, pero estas tres personas no destacan precisamente por su intelecto". A este paso, pasarán eternamente carros y carretas, sobre todo cuando los pechos de su interlocutora tiren más que dos ejemplares de los susodichos vehículos.


Benigno se congratuló para sus adentros por, según sus propios cálculos, haber evitado en todo
momento que sus córneas cediesen ante la imperante fuerza pectogravitatoria a la que se veían sometidas constantemente. Le producía un cansancio considerable mantener la vista siempre firme, fijándose como límite irrebasable el collar de Virginia, la chica de pechos prominentes con la que siempre había soñado. Era harto difícil aparentar sobriedad y mesura ante tamañas glándulas mamarias. Todo había ido bien, pero en cuanto llegó el momento de decidir el menú en el restaurante "La Caverna", las cosas empezaron a torcerse.

- Estoy indecisa, ¿tú qué vas a tomar, Benigno?
- La verdad es que todo tiene una pinta deliciosa, ¿no te parece? Hmm, nunca he probado los melones con jamón. Creo que empezaré con eso.
- ¿Ah, pero te ponen varios?
- Ah, ¡melón, melón! Vaya, qué lapsus, je, je. Bueno, ya se sabe, a los de ciencias, si les sacas de los senos y los cosen... De las matemáticas, los ceros y los unos, pues se pierden más que un hijo de puta buscando la partida de nacimiento, je, je.
- ¡Ja, ja! Pues yo tomaré lo de siempre, el menú 3. Es ideal, porque evita a los escritores de blogs tener que devanarse los sesos pensando en platos sugerentes para historias estúpidas.
- Ah, pues me apunto, no se diga más.

(Benigno comienza a levantar su brazo para atraer la atención del camarero, pero Virginia se adelanta)

- ¡Camarero! Vaya, te he cogido la delantera, ¿eh? ¡Ja, ja!
- Je, je, sí, a ver si la próxima vez te la cojo yo a t... Bueno, ¿qué tal en el trabajo?
- Pues muerta de aburrimiento, la verdad. Con esta crisis no llega nada, espero que se anime la cosa cuanto antes. ¿Y tú?
- ¡Justo todo lo contrario! Es la primera vez en mi vida que trabajo todo el fin de semana. Con lo que me gusta disfrutar de los sábados y las domingas... ¡quicir, domingos!
- Hombre, ya sabes que todo son rachas, tendrás que apechugar.
- Ah, pues si me lo pones así no suena tan mal...

(Llega el menú 3, con todos los platos suculentos que todo buen menú 3 debe llevar. Empiezan a comer. Al inclinarse para comer, el escote de Virginia se observa en todo su esplendor y extensión)

- Urgfs... Argm, pues ha sido una semana intensa, sí. Al principio iba bien, pero luego la cosa se puso dura... ¡cuesta arriba! Vamos, con decirte que el sábado llegué a la oficina empalmao...
- ¿¿Qué??
- ¡Que llegué de empalme! El viernes salí por la noche hasta las tantas, y cuando miré el móvil por casualidad de madrugada vi el mensaje del jefe, que tenía que ir allí.
- Ah, ¡qué putadón!
- Ya te digo. A este paso voy a tener que ir haciendo tetamento, esto... testamento. Menos mal que es llegar a casa y poner música jipi... ¡Mano de santo! Recupero fuerzas y ya estoy listo para el día siguiente.
- ¿Ah, sí? ¿Cuál es tu grupo favorito?
- ¿No lo sabes? The Mamas and The Papas, por supuesto, todo un clásico.
- No sé por qué, me esperaba esta respuesta.
- ¿Eh?

(Ambos acaban el plato o platos del exquisito manjar del menú 3 y empiezan a mirar la carta de postres. Una vez decidido, Benigno llama al camarero y piden el postre del menú 3, reservado para el paladar de los más sibaritas).

- No sabía que también te gustaba la sopa de chocolate, Benigno.
- ¡Me encanta! Aunque prefiero el pastel de bufas... ¡trufas!
- ¡Joder, Benigno! Tienes un problema. Y como estudiante de Enfermería, te puedo dar mi diagnóstico: demencia senil.
- ¡Qué dices! ¿A mi edad? ¿Por qué?
- ¡Pues porque no paras de mirarme los pechos y tienes más lapsus que Carmen Sevilla después de tres cubatas! Todo relacionado con mis tetas, ¡todo!
- Je, je, ¡qué dices mujer! Será tu imaginación. Vaya, no nos han puesto las cucharas, todavía. ¡CAMARERO, DOS CUCHARAS SOPERAS!

(Las ondas sonoras del estridente grito de Benigno rebotan contra las paredes de "La Caverna". La acústica y el eco del local terminan por hundir definitivamente a Benigno)

... PERAS... peras... peras... peras.

2 comentarios:

  1. Hombre, somos más de cuatro pelagatos los que te leemos. Creo que somos cinco.
    ¡Feliz Año Nuevo!

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  2. Jajajajajajajajja me parto el recto con tus historias nen. Mira que tienes ingenio para esto. Escribe un libro !!!
    Un abrazo

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