lunes, 21 de diciembre de 2009

La vuelta al Báltico en cinco días ( y 5)

Y terminamos este periplo por el Báltico con un retraso prácticamente sin parangón. A punto de entrar en el 2010 comento un viaje realizado en mayo de 2008... ¡Acabemos con esta singladura!

Después de visitar Tallin en un tiempo récord, cogí el transbordador rumbo a Helsinki, para encontrarme con María, una ex compañera de trabajo de Nintendo. Antes de quedar con ella pude probar reno con puré de patatas.


Después me di un paseo por la plaza del Senado, con la catedral de Helsinki a mis espaldas. Uno de los lugares que más merece la pena visitar. Lo cierto es que me pareció el único interesante, pero tampoco tuve todo el tiempo del mundo para ver la ciudad.


Creo que, de todas formas, lo más interesante de Helsinki es Suomenlinna, no en vano fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991.


La historia de esta fortaleza es, cuando menos, curiosa. En realidad pertenecía originalmente a la corona sueca (ellos la denominan Sveaborg), que encargó su construcción a mediados del siglo XVIII, para poner freno al avance del imperio ruso. Rusia ocupó sin problemas Helsinki en 1808, tardaron más en conquistar este supuesto bastión inexpugnable. Por lo que me contó María, la táctica consistió en lo siguiente:

Parece ser que las tropas rusas desfilaban día sí y día también en Helsinki, haciendo creer a los suecos de Sveaborg que cada día llegaban más refuerzos. Al ver tal despliegue desde la distancia, los suecos se hicieron purrú y decidieron rendirse en 1808.


Los puentes comunican las seis islas de Suomenlinna.

Creo que esta se llamaba la "Puerta del Rey". Por cierto, la gracia de la foto es que realmente no me estoy apoyando, ejem.

Después de tantas aventuras, volví a ese hostal de harto remota ubicación y habitaciones de veinte camas, con la sensación de haber logrado un buen balance para solo cinco días de viaje. Es lo que tienen las visitas relámpago como estas. Y así cogí el bus a Tampere para regresar en avión a Fráncfort, donde todavía vivía por aquel entonces (en mis últimos días).

En Tampere no tuve tiempo para casi nada, pero aún me así me pegué una pateada para ver si encontraba algo interesante. El balance, la curiosa Catedral de Tampere, de reciente construcción (1902-1907), y una rica perca que comí en un restaurante vikingo de esa ciudad. Recomiendo el restaurante, aunque tan solo sea por su maravillosa decoración.

Y así acabó este viaje por cuatro países en 5 días: Lituania, Letonia, Estonia y Finlandia. Creo que pude ver bastante para disponer de tan poco tiempo :-). Naturalmente, lo que me gusta es quedarme y disfrutar de las culturas locales, como ahora en Japón, pero no siempre se tiene tiempo para eso.

En unas horas parto para Malasia, para después poner rumbo a Camboya (por segundo año consecutivo) e Indonesia. Tampoco tendré todo el tiempo del mundo para disfrutar como quisiera de estas culturas, pero se hará lo que se pueda.

¡Feliz Navidad y próspero año nuevo a todos! Este blog se va de vacaciones con demasiadas historias pendientes que contar.

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