El 6 de junio se celebró, poco más de un año después, la segunda fiesta de la paella, por ponerle ese nombre a uno de los fracasos culinarios más estrepitosos de los últimos tiempos, con la consiguiente mancilla para el honor y reputación de la gastronomía española. Si bien los ingredientes podían haber estado a la altura, no ocurrió lo mismo con el fuego necesario para respetar a rajatabla la regla paterna de los 17 minutos de cocción y los 20 posteriores de reposo. El fuego era tan pequeñito que el arroz del centro de la paellera, de tamaño estándar para este tipo de finalidad, llegaba en su punto, al contrario que el situado en torno a esa zona, prácticamente crudo. Este es el esperpento final, una paella de costilla de gorrino con habas.
Al final, después de mucho arreglar, rellenar con agua y hervir de nuevo, se pudo hacer comestible. Lección aprendida, un buen fuego es indispensable. De todas formas, la gente se puso a comer a dos carrillos y acabaron zampándosela en un santiamén. Eric, el compañero de piso francés, pudo usar un fuego más grande y le quedó algo mejor. Esta es de marisco.
Afortunadamente, el trabajo titánico que supuso preparar la ensaladilla rusa el día anterior mereció la pena, ya que fue incluso el plato más popular del día: se acabó en un visto y no visto. De este sí que estoy orgulloso. Siempre me gusta aportar algún ingrediente inédito. En esta ocasión fue un aguacate.
He aquí un pequeño vídeo para mostrar el ambiente general, así como otras viandas y bebercios preparados para la ocasión: natillas, tiramisú y sangría. Todo ello obra de Eric.
Los que nos honraron con su presencia hasta bien avanzada la tarde, es decir, los que no hubo forma de echar a patadas, obtuvieron una jugosa recompensa en forma de plátano flameado y la mayor de las sonrisas al entonar un:
-Pues nada, amigos, ya sabéis dónde está vuestra casa. Porque como no lo sepáis, estáis jodidos. ¡Ahí está la puerta!
Nota: El copyright de la frase anterior pertenece a mi tío Luis. Yo simplemente añado la exhortación posterior.
-Pues nada, amigos, ya sabéis dónde está vuestra casa. Porque como no lo sepáis, estáis jodidos. ¡Ahí está la puerta!
Nota: El copyright de la frase anterior pertenece a mi tío Luis. Yo simplemente añado la exhortación posterior.
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