lunes, 6 de septiembre de 2010

Japón, la otra vía: volumen 7


Llevábamos ya un tiempecillo sin esta serie de entradas dedicadas a esos aspectos de Japón que suelen llamar la atención de los foráneos, siempre que no se hayan imbuido de la cultura de este país hasta el punto de considerarlo normal y corriente. El título viene al pelo más que nunca, porque la cosa va de ferrocarriles.

A ojos de un hombre de la calle europeo como yo, los gestos de los empleados de estación o los conductores de trenes llaman la atención. Ambos tienen dos cosas en común: los gestos con la mano de autoconfirmación. En la foto de arriba vemos al primero de ellos señalar hacia la izquierda. Es lo mismo que hace este individuo en el vídeo inferior.





Cualquiera podría avisar que está avisando alguien o comunicándose con el conductor del tren que está efectuando su entrada en la estación. Pues no, estos gestos los hace para confirmar que no hay nadie delante de la línea amarilla, ni gente a punto de abalanzarse sobre la vía para decir adiós a este mundo. Vendría a significar "vía libre" o "no hay obstáculos".

Como me comenta una amiga coreana, su marido japonés realiza gestos similares justo antes de salir de casa. Para comprobar que lleva las llaves, que las luces están apagadas, etc. señala a distintos lugares. Aquí pareceríamos un poco paranoicos, pero realmente es expresar de forma más clara lo que uno piensa cuando confirma mentalmente que lleva todo lo necesario.




El caso del conductor es similar. En este vídeo aparece acompañado, pero la primera vez que me fijé en los gestos de los conductores, estos siempre iban solos. Vamos, que no le está mostrando nada al hombre de la izquierda, sino que está confirmando que no hay obstáculos en la vía. Me falta por saber si también lo hace cada vez que pasa por un semáforo, u otras situaciones que impliquen una cierta verificación y aprobación.

La primera vez que lo vi, solía preguntarme lo que se le pasaba por la cabeza al conductor cuando extiende su dedo índice. He aquí algunos ejemplos:

-¡Palante, como los de Alicante!
-¡Ese, ese es el pisito que me quiero comprar!
-¡Hasta el infinito, y más allá!
-A ver cuándo limpian el mosquito espachurrado de la ventana... ¡Ese de ahí!
-Y entonces le apunté con mi revólver y le dije: «Te estoy apuntando con mi revólver».

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