sábado, 12 de febrero de 2011

Mitake

Llevo ya una semanita intentando colgar esta entrada sobre nuestra excursión de la semana pasada al monte Mitake, pero entre pitos y flautas no he encontrado el huequecillo. ¡Pues sanseacabó! O más bien, sanseempezó de una puñetera vez, porque aquí van las fotos de esta excursión.


Al llegar cogimos el funicular para ascender hasta el "campamento base". Y menos mal que lo hicimos, porque la subidita era fina. Por lo menos una hora, pero habríamos llegado desfogados y con ganas de marchar ya, je.



Algún caminito precario que le aportaba una dosis de emoción.



Lo mejor de esta travesía eran los tramos en los que hacía acto de aparición algún arroyuelo o cascada. He aquí un ejemplo del primero:



Y he aquí la cascadilla.



Aquí unos japoneses se ofrecieron a hacernos una foto, viendo nuestras intenciones, y después tuvieron la desfachatez de pedirnos que hiciésemos lo propio. ¿Apretar un botón? ¡Jamás! Ya no podía permitirme tamaños esfuerzos.



Al final acepté rebajarme a regalarles mi talento para la fotografía con un par de instantáneas en las que siempre faltaba o sobraba algo. Les di pena y decidieron compartir con nosotros el resto del viaje. En realidad el encuentro fue entrañable, compartimos un café, hablamos sobre los diferentes puntos de vista entre Japón, Taiwán y España, sobre todo en el ámbito laboral. La chica había estado viajando por España (Granada por ejemplo) y... ¡un mes en Marruecos! Encima le gustó. Se ha ganado todo mi respeto.

Como curiosidad, la chica decía que no podía hacerse fotos delante de un torii, porque su padre había muerto y traía mal fario. Tampoco podía cruzarlo. Esto lo debió mencionar, pero no lo comprobé hasta que en nuestro camino de vuelta nos cruzamos con un torii enorme y se metió por un resquicio a la derecha para no pasar por debajo de él. ¡Interesante!



La siguiente foto se tomó en la ida, en un mirador un poco escondido que constituía el sitio perfecto para un buen pic nic. Según indicaba algún mapa, se podía ver el Sky Tree de Asakusa. Quizá con un poquillo de imaginación...



La cuestión es que era un remanso de paz y soledad indescriptible. Reinaba un silencio abrumador, por utilizar un oxímoron, que solo se vio perturbado por algún enajenado mental que pasaba por allí. Afortunadamente contamos con imágenes del sujeto, actual paradero desconocido.


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