En uno de tantos momentos de holganza que se producen cada día o semana, me hallaba inmerso, sin saber muy bien por qué, en una búsqueda de germanismos presentes en nuestra lengua. Uno de los pocos ejemplos que me sabía de memoria era leitmotiv, y me dio por buscarlo en el DRAE para averiguar cuál era el verdadero origen de la palabra. Sin embargo, al efectuar la búsqueda me topé con el siguiente resultado:
La palabra leitmotiv no está registrada en el Diccionario. Las que se muestran a continuación tienen una escritura cercana.
Leitmotiv
Pues resulta que la RAE opina que leitmotiv debe escribirse con mayúscula, aunque desconozco el razonamiento. Alguien podría pensar que sigue las normas ortográficas alemanas, según las cuales todo sustantivo debe escribirse con mayúscula. ¿Pero entonces por qué no se respeta esta regla con la palabra kindergarten?
Tras mi consulta en la lista de correo apuntes, se generó un interesante debate sobre el término que acabó derivando en una cibertertulia sobre la permisividad de la Academia respecto a la entrada en nuestra lengua de neologismos y extranjerismos. Este tema genera posturas encontradas: algunos defienden a capa y espada la pureza del idioma, mostrando un recalcitrante rechazo a la inclusión de palabras procedentes de otros idiomas, mientras que otros (como el conspicuo Lázaro Carreter, con quien estoy de acuerdo) las consideran bienvenidas, siempre que su función sea la de cubrir un nicho vacío en nuestra lengua.
Por poner un ejemplo: no me parece necesario tomar prestados dos extranjerismos para una actividad tan sencilla como el correr. Vamos, que es perfectamente aceptable "salir a correr" un rato, aunque puedo entender las remilgos que pueda provocar su uso con una perífrasis incoativa aderezada con un pronombre átono proclítico, esto es, "me voy a correr". A pesar de la reticencia que generan normalmente las propuestas de nuestra Academia, estoy de acuerdo con la propuesta aerobismo ('deporte consistente en correr al aire libre') y evitemos en la medida de lo posible el anglicismo jogging o el peculiar footing, término que existe en inglés con otro significado (generalmente 'equilibrio').
Son sin duda numerosas las voces que han entrado en nuestra lengua, y no en pocas ocasiones han desvirtuado el significado original de nuestros términos. Una frase como la siguiente no era ambigua antaño:
La empresa ignora las propuestas de los trabajadores.
Sin embargo, hoy por hoy ya no sabemos si la empresa desconoce sus proposiciones, o simplemente hace caso omiso de las mismas porque no satisfacen sus intereses. Y esto se debe a que ignorar recoge hogaño la acepción 'no hacer caso de algo o de alguien', procedente de la lengua inglesa; un significado ausente en el verbo latín ignorare, la auténtica raíz de esta palabra en el idioma castellano.
Dejemos las divagaciones idiomáticas para otra ocasión. Para no hacer inacabable esta entrada, les emplazo a la segunda parte para disfrutar de un breve relato que analiza el apasionante debate que se produjo en clave de humor.
Tras mi consulta en la lista de correo apuntes, se generó un interesante debate sobre el término que acabó derivando en una cibertertulia sobre la permisividad de la Academia respecto a la entrada en nuestra lengua de neologismos y extranjerismos. Este tema genera posturas encontradas: algunos defienden a capa y espada la pureza del idioma, mostrando un recalcitrante rechazo a la inclusión de palabras procedentes de otros idiomas, mientras que otros (como el conspicuo Lázaro Carreter, con quien estoy de acuerdo) las consideran bienvenidas, siempre que su función sea la de cubrir un nicho vacío en nuestra lengua.
Por poner un ejemplo: no me parece necesario tomar prestados dos extranjerismos para una actividad tan sencilla como el correr. Vamos, que es perfectamente aceptable "salir a correr" un rato, aunque puedo entender las remilgos que pueda provocar su uso con una perífrasis incoativa aderezada con un pronombre átono proclítico, esto es, "me voy a correr". A pesar de la reticencia que generan normalmente las propuestas de nuestra Academia, estoy de acuerdo con la propuesta aerobismo ('deporte consistente en correr al aire libre') y evitemos en la medida de lo posible el anglicismo jogging o el peculiar footing, término que existe en inglés con otro significado (generalmente 'equilibrio').
Son sin duda numerosas las voces que han entrado en nuestra lengua, y no en pocas ocasiones han desvirtuado el significado original de nuestros términos. Una frase como la siguiente no era ambigua antaño:
La empresa ignora las propuestas de los trabajadores.
Sin embargo, hoy por hoy ya no sabemos si la empresa desconoce sus proposiciones, o simplemente hace caso omiso de las mismas porque no satisfacen sus intereses. Y esto se debe a que ignorar recoge hogaño la acepción 'no hacer caso de algo o de alguien', procedente de la lengua inglesa; un significado ausente en el verbo latín ignorare, la auténtica raíz de esta palabra en el idioma castellano.
Dejemos las divagaciones idiomáticas para otra ocasión. Para no hacer inacabable esta entrada, les emplazo a la segunda parte para disfrutar de un breve relato que analiza el apasionante debate que se produjo en clave de humor.
CHAVAL MANDA TU CURRICULUM A LA R.A.E. QUE TENDRIAS QUE ENTRAR AL DIA SIGUIENTE.
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