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El kabuki surgió alrededor del año 1603, con la llegada a Kioto de una compañía de bailarinas dirigidas por una tal Izumo-no-Okuni, una antigua miko (sirviente en un templo sintoísta japonés, no confundir con maiko, 'aprendiz de geisha'). Sus danzas causaron furor y fueron catalogadas como kabuki, palabra que otrora significaba 'excéntrico' o 'poco convencional u ortodoxo'. No deja de ser curioso el hecho de que un arte actualmente vetado casi en su totalidad para las mujeres tenga un origen exclusivamente femenino.
"¿Cómo? Pues yo bien que veo a una chica en la foto de arriba". Je, pues ya puedes echarle otro vistazo, porque en ambas el papel femenino lo encarna un onnagata (女形), que significa 'forma de mujer'. Estos actores especializados en papeles femeninos no tienen por qué encasillarse, ya que también pueden desempeñar roles masculinos. El debate sobre permitir la participación de mujeres en el kabuki suscita opiniones encontradas: algunos opinan que se necesita una forma física demasiado exigente para la mujer, mientras que otros no ven con malos ojos una vuelta a los orígenes. Con los cambios que ha habido durante su existencia, ¿cuál sería la versión más atávica? El debate sigue abierto.
Los kanjis de gran formato a la izquierda del cartel reflejan el título de las dos obras. La primera de ellas, ya no ne (矢の根, 'la punta de la flecha'), narra la venganza llevada a cabo por los hermanos Soga, Juro y Goro, durante el período Edo. Goro, en la foto, es el protagonista principal. La primera noche del año ve a su hermano Juro en sueños. Este se encuentra en apuros y le pide a Goro que vaya a rescatarle. Ni corto ni perezoso, se apropia del caballo de un campesino que pasaba casualmente por allí y parte en busca de su hermano, utilizando un rábano gigante como fusta. Hay dos estilos principales, el áspero (aragoto, 荒事) y el suave (wagoto, 和事). Pues bien, esta obra es un ejemplo del primero de ellos. La segunda obra es fuji musume (藤娘, 'el jardín de glicinias'), en la que representa un baile amoroso por parte de una (un) bella (bello) joven.
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- El tamaño de los objetos es desproporcionado, como se puede ver perfectamente en la flecha que porta el personaje en el cartel, el triple del normal.
- Los gestos y poses (mie, 見得) de los personajes son exagerados, en algunos casos rayan la comicidad (al contrario que el noh, es un estilo más distendido)
- La caracterización de los personajes es exhaustiva. La fuerza de Goro se denota por las rayas rojas de su maquillaje facial, así como su indumentaria (además de la flecha que porta). Puedo asegurar que, cuando lo ves en el teatro, te transmite un aura de majestuosidad y poder, reforzado por la energía de la que hace gala en sus movimientos.
También hubo tiempo para que dos extranjeros hiciesen un poco el ridículo tratando de imitar las exageradas poses típicas de este estilo.
Vaya por delante que escribí esta entrada el 26 de septiembre del 2009, pero como ya he ido por fin a ver una obra de noh, escribiré un artículo sobre este y el bunraku (al que también asistí en 2009).
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