sábado, 26 de septiembre de 2009

La vuelta al Báltico en 5 días (4)


El escribir sobre viajes pasados me ha enseñado una gran lección: date prisa en escribir lo antes posible sobre tus aventuras, porque poco a poco irás olvidando esos datos interesantes y esa información sobre la historia del lugar en cuestión. Eso es lo que me pasa con Tallin, por lo que recomiendo encarecidamente el artículo de ocholeguas.com respecto a ciudad: helo aquí. Y por si no tenéis suficiente, he aquí otro del mismo sitio web (¿por qué habrán escrito dos entradas sobre la misma ciudad? Misterios insondables). Por cierto, la grafía correcta es Tallín, que no *Tallín.

Llegué a Tallin en bus con el tiempo justo para ver la ciudad. Primero me aseguré del horario del último ferry a Finlandia y después me dirigí a la ciudad, información turística en ristre, para dar un paseo por su maravilloso casco antiguo. La verdad es que mayo demuestra una época ideal para viajar, por su temperatura y tiempo. Todos los días fueron soleados y con un clima bastante agradable.


Siempre me acuerdo de haber leído en algún lugar que Estonia era el país de la Unión Europea con la mayor integración tecnológica por habitante. Esto es, casi la totalidad de los estonios tiene acceso a internet, hasta el punto de que el 80% de los estonios hace sus declaraciones de la renta por internet (según el artículo). Una ciudad con un legado cultural e histórico considerable y que, sin embargo, se ha adaptado sin complejos a los avances de la era contemporánea en su vertiente más tecnológica.




El casco histórico de Tallin, declarado Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1997, bien merece una visita. Tras callejear y hacer las fotos de rigor, probé la comida local en un restaurante de la Plaza del Ayuntamiento (Raekoja Platz). El edificio del ayuntamiento, construido en el siglo XIV, es uno de los símbolos de la ciudad, con su torre de 64 metros. Como anécdota, en esta plaza se encuentra la farmacia más antigua de Europa (1422).


La catedral ortodoxa de Alexander Nevski. No es la única dedicada a este santo, ya que existe otra en Yalta, Crimea (Ucrania), además de la que pude visitar personalmente en Sofía, Bulgaria.



Un último adiós a Tallin en el ferry, desde es el que se aprecia en la distancia la torre de la Iglesia de San Olaf, que curiosamente fue el edificio más alto del mundo desde 1549 hasta 1625, sustituyendo a la Catedral de Lincoln británica (que a su vez se había impuesto a la Pirámide de Keops). Perdió el título en favor de la bella Catedral de Estrasburgo. Aquí podéis saber cuáles fueron los edificios más altos del mundo a lo largo de la historia.

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