martes, 12 de noviembre de 2013

Crónica: Gorrodisea en Castellón




 Catedral de Santa María de Valencia

Francamente, no sé a veces cómo se las arreglan los blogueros más viajeros para tener el tiempo suficiente de escribir crónicas de todos sus viajes con todo lujo de detalles. Yo, que me nutro de la información tan útil que muchos comparten con mimo y pasión, les estoy eternamente agradecido y expreso aquí mi pesar por no poder estar a la altura. Como con otro tipo de cosas, en muchas ocasiones me gustaría ser capaz de detener el tiempo y plasmar por escrito los viajes y experiencias en los cincuenta y pico países en los que he estado, una cifra modesta en comparación con currículos viajeros ajenos, pero lo cierto es que yo nunca me he considerado digno de ser incluido en tan legendaria estirpe.

Catedral de Santa María de Valencia

La verdad es que, echando la vista atrás, aun tengo la sinvergüenza de estar satisfecho con las entradas que he escrito, porque al menos esas experiencias han quedado en negro sobre blanco para siempre, salvo que esta página desaparezca por oscuras circunstancias. He aquí el quid de la cuestión: la primera motivación para el blog fue escribir para que la familia estuviese al tanto de algunas de mis andanzas, pero también tenía la ¿aviesa? intención de emplearlo para practicar mi pobre redacción. ¡Pobre de mí!


Centro Arqueológico L'Almoina

Al traducir, uno no se ve constantemente en la tesitura de tener que crear, que redactar a partir de cero, salvo esos casos de adaptaciones, traducción de humor, poesía, etc. Bueno, no es ahora el momento de profundizar en el tema, pero lo que yo quería practicar era el proceso de creación, de descripción de sitios, experiencias y sentimientos. Y hacerlo a vuela pluma, tratando de invertir el menor tiempo posible, para no tener que robárselo a otras labores a las que, por necesidad, me veo abocado a prestar más atención (especialmente el aprendizaje y consolidación constante de idiomas). Debería, empero, subsanar este error, porque no me gusta ver erratas en mis textos, por tontas que sean. Pero el considerar este blog un mero divertimento me ha impedido ser tan escrupuloso como con mi labor traductoril profesional.

 Vistas desde las Torres de Serranos

 La cuestión es que el factor que últimamente ha pasado a tener más importancia para la continuación del blog es la precariedad de mi memoria, hasta el punto de ser incapaz de rememorar a veces ciertas anécdotas de algún viaje que he compartido con otras personas. Y cuando llega el momento de desempolvar el baúl de los recuerdos, me doy cuenta de que cada vez necesito más dejar constancia de ellos por escrito o utilizar algún tipo de técnica que me permita hilvanar unas determinadas vivencias.
 


Vistas desde las Torres de Serranos

 Va a resultar imposible a estas alturas ponerme al día de todos los viajes, pero al menos podemos intentarlo con los más recientes. Otra de las razones para no esforzarme más es que no tengo ninguna intención de que este blog sea famoso y que, así, todo el mundo esté al corriente de lo que ha hecho el señorito. Para eso no hay más que preguntarle al señor Obama o a la NSA.
 

 
Lonja de la seda

 ¡Ahora sí empiezo! Hace unos mesecillos decidí pasarme por Castellón para visitar a mis queridos amigos Ramón y Jessica, a los que no veía desde que me pasé por Barcelona con Mika en el 2010. Aproveché para practicar un deporte de escaso riesgo por el que tanto Diego como yo sentimos una especial predilección, el "gorroneting" o gorroneo de casa ajena. Así que he denominado a este viajecillo "gorrodisea". ¡Espero que sea el primero de muchos! Pero debido a poca constancia bloguera, es probable que quede huérfano (ahí está esa crónica de Vietnam para demostrarlo; ¡parece que solo haya visto Hanói y Sapa cuando estuve en realidad dos semanas allí!).   



Lonja de la seda

Habíamos quedado en Valencia, pero como llegué por la mañana tuve tiempo para hacer una visita turística a mi propio albedrío. Ya había estado aquí dos veces hacía unos diez y doce años, con lo cual algunos lugares quedaban descartados, como el Museo de las Ciencias Príncipe Felipe. Me compré la Valencia Tourist Card y me dispuse a visitar el mayor número de lugares de atracción turística incluidos con la tarjeta.



Lonja de la seda

 Así pues, empecé por la plaza del Ayuntamiento y me fui internando hacia el centro. Pasé de largo al llegar a la catedral de Valencia (perdóneme, señor), porque no estaba incluido con la tarjeta y quería dar prioridad a esos otros sitios. Así que comencé por el museo arqueológico de L'Almoina, que me pareció harto interesante.



Lonja de la seda

 Después fue el turno de las Torres de Quart y las Torres de Serranos. Y aquí fue donde encajé una de las piezas del puzle mental que tenía sobre la ciudad. Como ya he dicho, la memoria de algunos viajes se va evaporando de tal manera que en ocasiones solo alcanzo a conservar algunos retazos del pasado, y las Torres de Serrano era una de las imágenes que habían impregnado mi retina lo suficiente como para permanecer. Al viajar esta vez en solitario y ahora plasmarlo por escrito, espero recordar más tiempo el nombre de este sitio. 



Ibis en el Oceanográfico

Después de tomarme una horchata, como mandan los cánones, en el mercado central, visité la lonja de la seda, patrimonio mundial de la UNESCO. Esto, francamente, no lo recordaba. Me pareció curioso que el vídeo explicativo de la lonja solo estuviese en español, porque los franceses que me acompañaron en su visionado pueees... no parecían enterarse de mucho. Esta es la breve descripción de la UNESCO, a modo de referencia:

Construido entre 1482 y 1533, este conjunto de edificios se destinó desde un principio al comercio de la seda y desde entonces ha venido desempeñando funciones mercantiles. Obra maestra del gótico flamígero, la lonja y su grandiosa Sala de Contratación ilustran el poderío y la riqueza de una gran ciudad mercantil mediterránea en los siglos XV y XVI.


Pajarracus ignotus en el Oceanográfico

 Aunque había visitado el museo de las ciencias (por aquel entonces de reciente construcción todavía), no había estado en el oceanográfico, así que allí me fui. Cerraban demasiado pronto, a mi parecer, pero me pude pasar unas tres horitas recorriendo los diferentes hábitats en los que se divide el museo. También asistí al espectáculo de los delfines, al igual que había hecho con el de los leones marinos de Cabárceno. Y así hasta que fui de los últimos en pirarme y en sorprenderme al ver la escasez de autobuses que hay desde el oceanográfico hasta el centro de la ciudad. ¿Dónde se habían metido los demás visitantes? ¿Es que volvían andando o cogían taxis? 




Desayuno en Benicasim

 La cuestión es que volví a la plaza del Ayuntamiento y allí me reencontré con mis dos amiguitos. Después de un paseo y una cenica con Ramón, Jessica y otros amigos suyos cuyo nombre me es imposible recordar, nos fuimos a Castellón, donde viven, y empezamos un recorrido turístico al día siguiente con un buen desayuno en Benicasim.


Ares del Maestre

Nos internamos en la comarca del Alto Maestrazgo para hacer nuestra primera parada fue Ares del Maestre.


Ares del Maestre

Esta zona interior del Mediterráneo es conocida por el cultivo en terrazas, aprovechando la piedra caliza, tan abundante por estos lares que su color evocó en mí la imagen de los picos de Europa y la maravillosa excursión por la ruta del Cares de 2012. Pero aquello es otra historia que solo Dios sabe si contaré aquí algún día (naaah).



Ares del Maestre

La altitud desde la cima no es nada desdeñable, unos 1300 metros, y por ende las vistas merecen la pena.

Ares del Maestre

 También hubo tiempo para callejear por este pueblecillo.
 
Ares del Maestre

 Me encanta perderme por calles angostas y poco transitadas de pueblecillos remotos, y la verdad es que en el viaje a la Toscana tuve para dar y tomar.

Morella

 El ya desaparecido Vázquez Montalbán era todo un gastrónomo y las disputas entre las preferencias culinarias dentro de los propios valencianos no le eran desconocidas. Para demostrarlo, Ramón me enseñó un fragmento de Los mares del Sur, considerada la novela más famosa de la serie dedicada al detective Pepe Carvalho.

«En la cocina, Fuster inspeccionó como un sargento de intendencia la labor de Beser. Había trinchado poco los componentes del sofrito. Rugió como herido por una invisible saeta.
   -¿Qué es eso?
   -Cebolla.
   -¿Cebolla a la paella?¿De dónde has sacado eso? La cebolla ablanda el grano.
   -Eso es una majadería. En mi pueblo siempre ponen cebolla.
   -En tu pueblo hacéis cualquier cosa para significaros. se puede poner cebolla a un arroz de pescado o de bacalao y hecho a la cazuela, a la cazuela, ¿entiendes?
   Beser salió de estampida y volvió con tres libro bajo el brazo: Diccionario gastrosófico valenciano, Gastronomía de la provincia de Valencia y Cien recetas de arroz típicas de la región valenciana.
   -No me vengas con libros de gente que no es de Villores. Morellano de mierda. Yo me guío sólo por la memoria popular.
 
Morella

 Por morellano se entiende habitante de Morella, uno de los pueblos que tenía apuntados para la visita. El otro era Peñíscola, pero quedaba demasiado a desmano. Ambas localidades pertenecen a la subjetiva red de Los pueblos más bonitos de España. Lo más curioso de esta asociación es que te permite darte cuenta de que Teruel, efectivamente, existe. ¡Vaya que sí! De hecho, 5 de los 15 pueblos registrados son de esa provincia. Buena forma de promocionarse y demostrar su existencia. De hecho, es una de las provincias en donde no he estado nunca hasta ahora y Albarracín fue elegido como «el pueblo más bello de España» allá por el año 2005 por un grupo de expertos. No sé cuán expertos serán, pero entre los cinco de Teruel en esa lista y los tres de Huesca en el top 10 de la lista del 2005... ¡Algún día habrá que visitarlos!


Morella

 Este tipo de localidades te demuestra la poca distancia que puedes recorrer para llegar a sitios que merezca la pena visitar. Para muestra, un botón: solo he estado en dos de esas quince localidades: Santillana del Mar y, ahora, Morella. ¡Aún me falta!


Morella


Fue una visita muy agradable, que coronamos con el ascenso al castillo.


Castillo de Morella

 Allí nos pudimos informar de la historia relativa a él. Como siempre me pasa en estos casos, una información de este tipo, leída solo una vez, tiene una permanencia efímera en mi memoria. De hecho, creo que ya me había olvidado de todo a la comida. Es una pena, pero ya no hay muchos gigabytes disponibles donde almacenar este tipo de datos. Podría recuperarlos investigando en la web para ordenarlos aquí, pero el tiempo apremia de nuevo.



Maqueta del castillo de Morella


 Después de informarnos, hicimos unas fotos del paisaje que nos rodeaba desde las alturas.

Punto más alto del castillo de Morella

Vista panorámica desde el castillico 

 
Vista panorámica desde el castillico


Vista panorámica desde el castillico 

Como se puede ver en las fotos, el tiempo fue cambiando para peor progresivamente, hasta que empezó a llover tímidamente, la primera señal para marcharnos. Pero después arreció y nos pilló cuesta abajo, sin posible cobijo. Cuando llegamos a la entrada del castillo nos refugiamos un rato, esperando a que escampase. No cayó esa breva, pero sí que amainó lo suficiente como para empezar a buscar un sitio para comer.

 

En busca de manduca

Fuimos a un restaurante recomendado por un familiar de Ramón que yo paso, a su vez, a recomendar encarecidamente: Daluan. Ahora veo que está en primera posición de los restaurantes de Morella en tripadvisor y no me extraña nadita. Tomamos como entrante, entre otras cosas, carpaccio de trufa (tuber aestivium) con aceite de oliva farga, y luego paletilla de cordero, pierna de cordero... esas cosas.



Trufas, montones de sales


Crujiente de queso tierno, brotes, miel y frutos secos


El día siguiente ya me tenía que marchar y lo tomamos más relajadamente, con un paseo por Benicasim, pasándonos antes por casa de los padres de él para presentarles mis respetos a don Ramón y esposa y Carlos, el hermano. Hace 8 años había estado justo allí tras volver de Ibiza con las amígdalas más inflamadas que yo que sé. Decidimos darnos por un paseo por el llamado desierto de Las Palmas.

Desierto de Las Palmas

Y después comimos en "Casa Jessica" un arroz al horno especactular. Decidí grabar su preparación para tratar de quedarme con la copla y hacerlo yo algún día.

Arroz al horno


Arroz al horno


 Alboraya

 Antes de coger el avión, por la tarde, hubo tiempo de dar un paseo por Alboraya y visitar la celebérrima horchatería Daniel, a donde personajes ilustres han acudido, acuden y acudirán para saciar su sed de esta deliciosa bebida. 

Alboraya


De camino al Daniel


Clientes ilustres

 La fama estaba justificada porque, aunque no soy un experto en la materia ni mucho menos, estaba tan rica que me la habría bebido de dos sorbos. Buf, ¡qué vicio! Aquí no se viene a beber ninguna otra cosa. Para hacerlo más castizo, mojamos los denominados fartons en la horchata. Son unos bollos esponjosos donde casi todo es aire y están diseñados a medida para tomarlos con la horchata, porque tomarlo solo no debe de tener ningún sentido: absorben el líquido que da gusto. Pensaba que era algo valenciano en general, pero he leído que es típico precisamente de este municipio. 

Fartándonos de fartons

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