domingo, 9 de noviembre de 2008

Estambul, el puente euroasiático

Nunca he entendido el porqué del exceso de españoles en Estambul. Un destino aparentemente tan lejano, al que yo he llegado por cuestiones de proximidad respecto a una escala anterior, y sin embargo es frecuentado por "cienes" y cienes de paisanos, hasta tal punto que el castellano es el segundo idioma turístico, como pudimos comprobar al ir al baño turco (carteles en inglés y español, lo cual demuestra que seguimos sin dominar la lengua de Shakespeare). Casi cualquier camarero parece hablar la lengua de Cervantes, ya sea para venderte una cachimba, bisutería o la bacinilla de Mahoma. A mí personalmente me gustan más los que sufren incluso hablando inglés, como el camarero de uno de los restaurantes, Mr. Yesplis. Es una curiosa situación, porque queda como un señor políglota al principio y después se descubre el pastel:

Entramos en el restaurante:

-Yes, please?
-Table for two, please. (mesa para dos por favor)
-Yes, please (mostrando el camino)
-¿Uh? Habrá querido decir this way, please.

(durante la comida)

-Excuse me
-Yes, please?
-Urgh... could you bring us some bread, please
? (¿podría traernos algo de pan, por favor?)
-Yes, please.
-¿?

(va a por el pan, vuelve con él y lo deposita en la mesa al tiempo que dice:)

-Yes, please!
-¿?¿?¿? Diego, creo que este tío no ha pasado de iunit uan, leson uan: at de restauran.

Ya había visitado esta ciudad, pero volví a pasar otros tres días para recordar lo que tiene que ver. Y no es poco. Las cuatro principales atracciones turísticas son:

  • Hagia Sophia. Todavía me acordaba de cuando había estado aquí en el 2003. Recuerdo que por aquel entonces había pagado la nada desdeñable cifra de 15 millones de liras para entrar (10 euros), que la recordaba con el nombre de Santa Sofía (a pesar de que no está dedicada a ninguna santa, sino a la Divina Sabiduría) y que había un enorme andamio en el interior. Las cosas han cambiado, ahora la entrada cuesta 20 nuevas liras turcas (la moneda fue sustituida en enero de 2005), el mismo precio en euros. Tanto en Rumanía como en Bulgaria hay gente que te vende billetes antiguos en los que se leen cifras como 500.000.000.000. Eran otros tiempos. Yo pude vivir el último caso de una devaluación tan espectacular. Lo que no había cambiado en 5 años era el monumental andamio, que parecía incluso mayor que el anterior. El fundador de la república, Atatürk (cuyo careto se refleja en los billetes turcos) la reconvirtió en museo en el año 1935. El regente del hostal tildaba al ex presidente de antiimperialista ("les dijo a los otomanos que se fueran a tomar por culo"). Mustafa Kemal Atatürk lideró la Guerra de la Independencia turca, abolió el sultanato y fundó la República de Turquía en 1923. Las reformas afectaron incluso al idioma, que pasó de usar caracteres árabes a utilizar el alfabeto turco, una variante del latino. Por lo que respecta a la iglesia/museo en sí, es feílla por fuera (nada que ver con la Mezquita Azul) pero merece la pena contemplar dos mosaicos en su interior, que aparecen en esta entrada.
  • La Mezquita Azul. Los no musulmanes tienen permitida la entrada si se descalzan y se visten de forma adecuada. La entrada es gratuita, pero yo también recordaba ese cómico momento en el que se me pedía un donativo al salir. Nunca en mi vida me sentí tan generoso. No se dona 1 millón y medio todos los días. Claro que en aquel momento aquello representaba 1 eurete. Merece la pena visitar el interior, pero lo mejor es ir por la mañana para no hacer cola. Si vas en pantalones cortos tendrás que ponerte una bonita falda.
  • La Torre Galata. De 61 metros de altura y construida en el año 528, durante la soberanía del emperador Justiniano. Cuando la ciudad (Bizantium por aquel entonces) sucumbió al imperio turco-otomano en 1453, estos se apoderaron de ella y le pusieron un bonito restaurante para que los turistas pudiesen disfrutar de platos típicos de Turq... Un momento, creo que me he saltado varios siglos...
  • La Cisterna de Basílica. Lo que más me ha gustado de este reencuentro con la ciudad, y que yo no acertaba a encontrar en mi memoria. También es obra de Justiniano I (527-565), tiene 140 metros de largo y 70 de ancho, por lo que su forma es perfectamente rectangular. Más números: después de descender las 52 escaleras te toparás con 336 columnas de 9 metros dispuestas en 12 filas. Lo más espectacular de la Cisterna son las dos cabezas de Medusa, que se encuentran en las bases de sendas columnas al fondo de la cisterna. Nadie sabe el porqué de su colocación, ya que está orientada en sentido transversal e inverso, pero se cree que se hizo así a propósito por superstición: para evitar la maldición de la mirada de Medusa. Al no poder mirarla frente a frente era imposible convertirse en piedra al observarla.

Cabeza de Medusa número 1.

Cabeza de Medusa número 2.

Hay otros sitios que merece la pena visitar. El Palacio de Topkapı y el de Dolmabahçe son los más sobresalientes. Para lo demás, ¡cómprense una guía, pardiez!

La zona turística de Estambul da una falsa impresión de lo que es esta ciudad. Si uno se aleja de Sultanahmet y la zona en la que se encuentra la Cisterna Basílica, el Hagia Sophia y la Mezquita Azul, se encontrará otra ciudad distinta. Diego tenía razón: nada como coger el ferry de Eminönü a Üsküdar y comprobar que, en el sentido literal de la palabra, Estambul es el puente euroasiático.

Diego en la Cisterna de Basílica.

Foto con el guardia a la entrada del Palacio de Topkapı. Se nota que no hubo propineja.

Vistas del interior de Hagia Sophia.

El famoso mosaico de Hagia Sophia. De izquierda a derecha: ¡La Virgen!, ¡Jesús! y ¡San Juan Bautista! (esta última expresión se usa menos)

El segundo mosaico. En el centro está la Virgen, a quien Constantino (dcha.) ofrece la ciudad de Constantinopla, mientras que la ofrenda de Justiniano (izqda.) es la propia iglesia.

Siestecita nocturna con la Mezquita Azul al fondo.

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