El temporal que azotó el pasado fin de semana el litoral en particular, y las provincias de Lugo y La Coruña en general, se llevó algunas vidas, volcó corazones y contenedores, causó destrozos materiales y hundimientos imprevistos. Aprovecho la ocasión para cibersolidarizarme con los fallecidos en Sant Boi, pero aun a riesgo de parecer frívolo, quiero llorar la desaparición de uno de nuestros más preciados e inertes allegados.
La mesa de plástico de la terraza nos dejó el viernes, harta de ser tratada como un objeto para el soporte de viandas, bebercios y cubertería variada. Ni corta ni perezosa, decidió que la ocasión la pintaban calva. Había llegado el momento de poner patas en polvorosa y perderse rumbo al horizonte, en busca de una terraza mejor. El precio que debía pagar no era moco de pavo: todos los planes de huida que había urdido implicaban la amputación de tres de sus patas. No había otra forma, pero su bizarro y emprendedor carácter la animó hasta el punto de cometer tal sacrificio.
Cuando el temporal amainó, todo lo que quedó de ella fueron sus tres extremidades, dispuestas sin orden ni concierto en la terraza, una de ellas hecha añicos, probablemente la más reticente a la idea de la fuga. Su denodada lucha resultó en vano ante el tesón de una mesa que ya había decidido su futuro. «Al menos tendrás que huir a la pata coja, cabrona», pensaría la estoica extremidad.
No encontramos ni rastro en el pinar circundante, el destino más lógico de su vuelo sin reactor. Desconocemos su paradero, pero queremos hacerle saber que no la olvidamos, que la trataremos mejor cuando vuelva, que más le vale volver pronto o se queda sin la última pata, y valga este humilde planto como homenaje.
En aquellas tardes veraniegas,
en aquellas reuniones estivales,
cuando por estos humildes lares
se prodigaban presencias solariegas.
Tardes de dicha y tardes bellas,
tardes de asueto en estos páramos,
tardes en que sobre ti depositábamos
nuestra confianza y nuestras paellas.
Ahora sin despedirte nos has dejado
compuestos y sin mesa este verano.
Tarea de gran enjundia se augura
encontrar un sustituto a tu altura.
¡Oh, vulgar mas esbelto paralelogramo!
¡Oh, cuadrípedo de dudosa alcurnia!
¿Acaso no debías lealtad a tu amo?
¿Acaso en ti no gastamos pecunia?
A tu vuelo no ponemos óbice ni cortapisa,
a tu anhelo de libertad no ponemos reparo.
Para reparos los que necesita el coche
sobre el que se desplomó la cornisa.
En acabando el poema recuerdo
aquellas tardes de asueto,
tardes de vino y risas;
mesa que hodierno es mi musa
mesa que bien valía una misa.
Ahora estos ríos de tinta
evocan esos ríos de sidra,
imposible nos es hallar consuelo,
de ti huérfano ha quedado el suelo,
por tu ausencia lloramos riachuelos.
Nunca te olvidaremos.
Nota mental de THF: no leer el blog de MHF en el trabajo para no reirme de esta forma.
ResponderEliminar¡¡PERO QUE VIEN KE ESCRIVE MI ERMANITO FABORITO!!
LA JAPUTA YA APARECIO,
ResponderEliminarEN UN TEJADO VECINO
UN AMIGO LA ENCONTRO
hay que ver cómo te sacas de la manda un relato con poema y todo, a sus pies, don Servando!!!
ResponderEliminaro sea manga...
ResponderEliminarYo no puedo añadir más jabón al resto de comentarios que preceden. Si tuviera sombrero me lo quitaría, que arte! Nunca pensé que una mesa pudiera inspirar tanto.
ResponderEliminarohhhhhhh.
ResponderEliminarme has dejado sin palabras primoo ;)
pd: soy lala xD