sábado, 22 de agosto de 2009

Japón, la otra vía: volumen 4

En Japón no hay tiempo que perder, en ningún momento. ¿Alguna vez habéis pensado en los preciosos segundos que se pierden mientras esperamos a que se cierre la puerta del ascensor? Yo tampoco, entre otras cosas porque no me importa lo más mínimo. Pero en este país no hay décima de segundo que perder. Lo primero que hago cuando subo al ascensor es cerrar la puerta, y mientras esto ocurre puedo pulsar el botón del piso al que quiero ir. ¡Qué maravilla! Pensad en el montón de cosas que podéis hacer con ese efímero lapso de tiempo que os habéis ahorrado. Nada, por ejemplo.

El ascensor de nuestro piso coruñés solo cuenta con el solitario botón para abrir la puerta e impedir así ciertos incidentes. Pero aquí, en mi casa de Tokio, se ve obligado a compartir el espacio superior del panel con su némesis: el temido botón de cierre. Un dispositivo ideal para prevenir la entrada a ese sucio extranjero que llega cargado como un asno con bolsas de la compra.

Nota: me comunican que esta información es obsoleta, ya que en España también parece haberse extendido el uso de este botón. Sin embargo, me estaba basando simplemente en el ascensor que más utilizaba: el del piso de La Coruña. Quizá la diferencia estribe en que aquí hasta el más viejo tiene los dos botones.

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