Estos últimos días he tratado de mostrar a mis más allegados (padres y hermana) las cosas que merecen la pena aquí en Japón. Mi familia ha estado aquí desde el 19 hasta el 31, y en esos días he tratado de condensar lugares que ver, experiencias que vivir y gastronomía que degustar. Es tan difícil elegir entre los millones de fotos que prefiero limitarme a mencionar brevemente el itinerario seguido y que ellos disfruten del material fotográfico.
Día 19: llegada a Narita con un buen jet lag. El día solo dio para visitar la Torre de Tokio y comer en un kaiten sushi, es decir, un restaurante en el que el sushi va girando por una cinta, aunque llegamos a una hora tan intempestiva que había que pedir "manualmente".
Día 20: Al día siguiente visitamos los jardines nacionales (anteriormente jardines imperiales) de Shinjuku Gyoen (probando el té verde original en la casa de té), comimos todo tipo de productos ballenáceos con Chika y Masako, comprobamos in situ el famoso cruce de Shibuya (transitado por una media de 5 millones de personas al día), visitamos el santuario Meiji, el parque de Yoyogi, la famosa calle Takeshita en Harajuku y terminamos el día con una vista nocturna de Tokio desde la torre Mori de Roppongi Hills. Cenamos en un Za-Watami (una típica taberna o izakaya japonesa)
Día 21-24: siguiendo unas instrucciones básicas, la familia emprendió la aventura por el centro y el sur de Japón. Se desplazaron a Hiroshima y sufrieron las consecuencias de un tifón, visitaron Miyajima, nombre popular de Itsukushima, una de las tres vistas de Japón. Al igual que el menda, pudieron disfrutar de la belleza del castillo de Himeji y la grandiosidad del buda del Todaiji, en Nara: la estatua de Buda más grande de Japón.
Día 25: tocó levantarse temprano para ir a la lonja de Tsukiji, el mercado de pescado más grande del mundo. Una vez terminada la subasta, nos paseamos por los alrededores, hicimos migas con un estadounidense y visitamos el barrio de Ginza, lujo puro de Tokio, donde el precio del metro cuadrado se cifra en 32 milloncejos. Comimos shabu-shabu (carne hervida). Visitamos el centro comercial Mitsukoshi y nos volvimos al hotel (yo a mi casita) para descansar. No teníamos mucho tiempo antes de los fuegos artificiales del río Sumida.
Día 26-28: partimos para Kioto, en donde visitamos el Pabellón Dorado, el Ídem Plateado, el Kyomizudera, el Palacio Imperial, el jardín zen de Ryoanji y el Sanjusangendo, con sus mil estatuas de Guan Yin (Kannon en japonés), la diosa/bodhisattva de la misericordia. El primer intento de kawadoko (la cena al lado del río) fue un sonoro fracaso debido a la lluvia (en lo que a la intención inicial respecta, porque la cena fue excelente). Sin embargo, el segundo hotel de la estancia fue una agradable sorpresa, y pudimos cenar al lado del río, así como disfrutar de la presencia de tres geiko. Dicho sea de paso, maiko o geiko son dos términos para designar a la aprendiz de geisha. La diferencia estriba en que geiko es el término originario de Kioto, la ciudad con más tradición actualmente en lo que al arte de las geishas se refiere. Después de investigar, pude averiguar lo que decían cuando se iban: "ookini!" (大きに). Significa 'Muchas gracias' y es una palabra muy formal. Gracias al hotel pude mostrarles cosas que Japón tiene que ofrecer, como estar en un rotenburo (baño al aire libre) en medio de un bosque y ver pasar un hurón por la noche, como Pedro por su casa.
Día 29: Vimos la zona de Asakusa, comimos en un restaurante de tempura famoso, frecuentado por locales, visitamos brevemente Shimokitazawa (ya no quedaba mucho por mostrar de Tokio, aunque siempre habrá algo) y volvimos a Shibuya para otro paseo y ver cómo nuestro padre se desmelenaba (nunca peor dicho) en el karaoke.
Día 30: Aún teníamos algo interesante que ver cerca de Tokio: Nikko. El día 29 en realidad debíamos reservarlo para Kamakura, la otra visita que merece la pena cerca de Tokio. Pero el tute habría sido colosal. El Toshogu y la puerta Yamaimon de Nikko fueron otro de los lugares favoritos de la familia en este viaje.
Espero que os haya gustado el viaje y hayáis podido disfrutar de lo que este país tiene que ofrecer. Ha habido que luchar contra algunos prejuicios típicos ("¿karaoke? ¡venga ya! / ¿comida picante coreana? ¡paso!"), pero creo que al final habéis aprendido bastante. Estar por aquí, y con aquí me refiero no solo a Japón, sino a Asia, es una experiencia apasionante en donde se aprende cada día. Eso es lo que busco y lo que me motiva a seguir por aquí hasta que deje de ser novedoso. Entonces llegará el momento de volver a aprender en otro sitio. Siempre seré un eterno ignorante, pero siempre tendré curiosidad por lo desconocido. ¿Ha sido una experiencia enriquecedora? Yo diría que ha merecido la pena. ¡Hasta pronto!
VHF / THF
Enriquecedora al máximo, pero como echamos de menos el jamoncito...nos lo hemos pasado genial, pirulín.
ResponderEliminarMuchos besitos.