jueves, 13 de noviembre de 2008

Belgrado y Skopje, cara y cruz

La parte final de nuestro viaje por Europa del Este y los países limítrofes se centraba en descubrir las ciudades más representativas de dos países: Serbia y Macedonia. Partimos el día 27 a las siete y media de la mañana hacia Belgrado, o en realidad ese era el plan inicial, que se vio truncado por un cúmulo de circunstancias que nos hacen tener bien presente que Bulgaria es el país de la desatención al cliente: el único en el que la chica del mostrador de información (fea cual gargajo, dicho sea de paso) te podrá decir "No sé" cuando le preguntas dónde está la oficina o ventanilla de una compañía de autobuses. Las anécdotas de tan singular recorrido las recoje mi compañero de viaje en esta entrada. No se la pierdan.

Creo que lo justo es continuar la historia en donde la deja mi colega. En el hostal de Belgrado pudimos comenzar a vislumbrar la belleza balcánica: Serbia se llevó el premio al país con más guapas por metro cuadrado de este viaje. Esa noche solo dimos un pequeño paseo por las calles peatonales de la ciudad para acabar cenando en un chino: ¡me apetecía! Volvimos al hostal y dormimos bien para poder alzarnos temprano a la mañana siguiente.

Comenzamos dicha mañana siguiendo el consejo de un periodista freelance brasileño que conocimos en el hostal. Nos había recomendado probar el burek, una suerte de empanada bastante aceitosa con queso en su interior. Hay varias versiones, y la que nosotros probamos contenía jamón y queso. No es algo precisamente exquisito, pero hay que probar de todo. Todavía no comprendo cómo podía ese periodista meterse 600 gramos entre pecho y espalda él solito. Yo casí quedé saciado al olerlo.

Después nos dirigimos al Kalemegdan y el fuerte de Belgrado. El primero es el parque más potito y grande de la ciudad. Pero asumió su función de parque solo a finales del siglo XIX. El nombre Kalemegdan se refiere a la meseta que rodeaba el fuerte, el principal bastión militar de Belgrado. Se utilizaba para avistar al enemigo y entablar combate. Y de ahí viene la palabra Kalemegdan, ya que kale significa 'campo' y megdan 'batalla' en turco. Los turcos también la llamaban Fitchir-bayir o 'colina para la meditación'.


La confluencia entre el Sava (izquierda) y el Danubio (el círculo de la derecha) desde el Kalemegdan.

Vistas del fuerte de Belgrado y los dos ríos a la izquierda desde el Kalemegdan.

Otra vista del Kalemegdan, el parque que circunda el fuerte.

La historia del fuerte de Belgrado es, si cabe, más interesante. Todo comenzó con un castrum o fortaleza construida por los romanos a finales del siglo I como campo militar permanente para la 4ª legión de Flavio. Después de ser destruida por los godos y los hunos, resurgió de sus cenizas durante el siglo VI. Pero tan solo un siglo más tarde volvió a ser arrasada por los avaros y los eslavos. Durante la ocupación austríaca (1717-1739) se construyeron nuevas fortificaciones que convirtieron el fuerte en uno de los principales de Europa. Los propios austríacos descubrieron un pozo romano durante las tareas de remodelación.

Los distintos nombres de la ciudad de Belgrado desde su fundación, bajo el imperio romano. Por aquel entonces se llamaba Singidunum.

Imagen dentro del fuerte de Belgrado.

Belgrado es sin duda una ciudad que merece la pena visitar. Estas son otras de las principales atracciones turísticas:

El Templo de San Sava: bello por fuera, nada por dentro. No es porque la estén restaurando, sino que el inicio de su construcción es reciente (1985) y todavía no se ha acabado. Se financia mediante donaciones.

La calle Skadarska, en Skadarlija, el barrio bohemio de la ciudad que está plagado de restaurantes con la gastronomía típica del país. Una visita imprescindible.

Knez Mihailova es la calle peatonal más famosa de Belgrado que, según los expertos, era el centro de Singidunum en los tiempos del imperio romano. Hoy en día es la principal zona comercial de la ciudad.


"No al fascismo de la OTAN" (Stop Nato Fachismus). Algunos serbios no olvidan que Belgrado fue objeto de terribles bombardeos en 1999. En las guerras sufren tanto culpables como inocentes. Desconozco el motivo concreto de esta protesta, pero me pareció interesante conocer su opinión, aunque solo fuese por un instante. Lo cierto es que las guerras deben evitarse a toda costa siempre que se pueda, porque siempre perecen inocentes. Esperemos que Belgrado pueda florecer ahora y que haya paz en el mundo, por Dios.

Skopje, sin embargo, es otro cantar. Se nota un descuido y una "cutrez" general espantosa. Es un buen ejemplo de una ciudad sin atractivos, a no ser quiera de repente sentirse orgulloso de su ciudad. El hostal tenía seis camas almacenadas en un... cuatro trastero grande. Eso sí, cada litera disponía de su propia cortinilla, ideal para cambiarse sin ser visto. Esta impresión general también se aplica a los trenes. Según cuenta Diego:

En llegando a Skopje, sentí la llamada de la naturaleza, que me exigía vaciar mi por aquel entonces rebosante vejiga. Dirigime al baño y encontré, para mi desgracia, dos macedonios delante de mi. "Sí que está solicitado este baño, pardiez", pensé para mis adentros de dentro de yo mismo de mi persona. Pero cuál sería mi sorpresa cuando vi que, de repente, aquellos dos hombres de edad avanzada abrían la puerta del tren en marcha y se lanzaban ni cortos ni perezosos hacia el andén de una estación de la que el tren parecía hacer caso omiso.
Efectivamente. Como si fuera lo más normal del mundo, y para evitar la costosa parada y puesta en marcha del tren, estos dos individuos se tiraron del tren en marcha y santas pascuas.

La otra anécdota del tren fue el viejito con el que compartíamos compartimentos, valga la rebuznancia. En un determinado momento nos preguntó:

-lkjkh shksf kshd?

Como todas las ocasiones en las que pasaba esto, deducimos la pregunta. En este caso nos inclinamos por un "¿Adónde vais?". Nuestra respuesta fue, lógicamente:

-Skopje.

La cara del viejito se desfiguró por completo, pero acabó recobrando la compostura al cabo de unos momentos. ¿Por qué? Pues tal vez porque estaba preguntando:

-¿De dónde sois?

La respuesta "Skopje" habría hecho pensar al pobre viejo que se había olvidado de qué idioma se hablaba allí, o bien que habíamos vivido en una caverna skopjana durante toda nuestra vida, desarrollando nuestro propio lenguaje comunicativo. Aunque puede que su pregunta fuese:

-¿De dónde venís?

La respuesta "Skopje", en este caso, implica un ligero retraso mental, o bien una desorientación tan descomunal que está solo al alcance de unos cuantos elegidos.



Macedonia es, junto con Turquía y Croacia, uno de los candidatos a entrar en la UE en los próximos años. A tenor de lo visto, no les vendría mal unas cuantas ayudas de los FEDER para que su propia capital presentase un aspecto más decente. A todo esto, el nombre completo del país es "Antigua República Yugoslava de Macedonia" o ARY Macedonia, ya que los griegos se opusieron en 1991 al nombre "Macedonia". Su cabreo fue tal que les impusieron incluso un bloqueo económico, y al final se alcanzó un acuerdo para denominarla de este modo, aunque no se siga a rajatabla.

Skopje da la impresión de ser una ciudad muy industrial, con su castillo, su casco antiguo (bazar turco incluido) y su puente de piedra como únicos lugares de interés turístico. Sin embargo, incluso para los propios lugareños es difícil encontrar algo que mostrar. Para muestra un botón: la oficina de turismo existe, pero estaba cerrada a cal y canto en pleno día de la semana en horario perfectamente laboral. Lógicamente no se esperaban que pudiese haber un turista en pleno octubre ;-P. El otro ejemplo son las propias postales de la ciudad: ni una sola de ellas era merecedora de tal honor.

Con todo, la visita ha merecido la pena. No se puede opinar de un sitio hasta que se ve, y ahora, aunque tan solo fuera un día, tenemos una pequeña idea del aspecto de la capital de uno de los países que quieren integrarse en la UE. Justo es decir que Ohrid es aparentemente la meca turística del país, y me hubiera gustado llegar hasta tal localidad para brindarle a Macedonia la oportunidad de no convertirse en la cruz de la moneda.

Vistas desde el castillo (Kale) de Skopje.

En el castillo de Skopje.

La vida cotidiana en el casco viejo de Skopje, por la zona del bazar turco.

El puente de piedra, una de las "atracciones" de Skopje.

1 comentario:

  1. Que fotos más bonitas de Skopje. Si no fuera porque yo era el otro incauto compañero de viaje, hasta me darían ganas de visitarlo.

    De momento el olor no es algo que pueda ser sintetizado y transmitirse mediante pulsos eléctricos a través de un cable, pero si fuera posible creo que el olor a tigre (eufismo para olor a meo + mierda) que arreciaba dentro del castillo harían, sin duda, más justicia a estas fotos.

    Por cierto, no sabía lo del nombre completo de Macedonia. A ver si los griegos vetan su entrada en la Unión Europea!

    En realidad he sacado dos cosas positivas de este viaje a Skopje:
    * Ahora valoro más donde vivo. Es más, creo que Vigo es, incluso, una ciudad que merece la pena visitar (no tanto como Lugo, eso sí)
    * He percibido sensaciones nuevas que hasta ahora desconocía (y no me refiero al olor a tigre). Nunca había sentido con tanta fuerza querer largarme de un sitio, que no es lo mismo que desear fervientemente llegar a casa. Simplemente largarme, largarme de allí, a donde fuera (pero fuera de Macedonia)

    Por último, ¿te he dicho que me ha encantado Skopje?

    PD: Sinceramente espero que tu amigo macedonio no lea tu blog.

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