lunes, 17 de agosto de 2009

Corea: tensión y distensión (4/7)

El último capítulo de este recorrido por Seúl transcurría en Myeongdong. Pues bien, tras abandonar sus concurridas calles llegó el turno de Cheong gye cheon, una zona bastante descuidada en el pasado, pero que el actual presidente Lee Myung-bak (por aquel entonces alcalde de Seúl) se encargó de adecentar con una iniciativa que terminó convirtiendo a esta zona en un agradable y largo paseo.


En cierto modo me recordó al paseo de París por el ambiente debajo de algunos puentes, que llegan a hacer incluso las veces de galerías de arte. Es un lugar tremendamente popular para las parejas, como se puede comprobar en la siguiente foto.



Al igual que la Torre de Seúl, otro sitio frecuentado por tortolitos, hay un espectáculo de luces láser obra del francés Alexandre Kolinka. Lógicamente el momento ideal para verlo era por la noche, pero la apretada agenda de actividades no nos lo permitió. Mi cámara se quedó sin batería justo en ese momento, así que solo pude grabar unos segundos.



Después de tantas emociones, ¿qué mejor forma de terminar el idea que yendo a un spa? Estos sitios son muy populares en Corea, y considerablemente baratos, para un occidental están tirados de precio. Pasar la noche cuesta 8.000 wones (4,5 euros), y es que la moneda coreana está actualmente en horas bajas.


Las instalaciones del local al que fuimos se dividen en varios pisos, el de los baños para hombres estaba en el quinto, el de las mujeres en el segundo. La tercera y la cuarta planta se destina a zonas comunes en las que "disfrutar" de las a ratos mortales sillas masajeadoras, jugar a las máquinas recreativas, navegar por internet o acceder a las varias saunas disponibles.

Por supuesto, dejarme solo en este tipo de sitios sin tener ni pajolera idea de coreano es sinónimo de desastre e incomprensión absoluta garantizado. Me quedé con la sensación de haber quebrantado todas las reglas posibles "sin querer queriendo", como decía cierto personaje. Para empezar, me puse la ropa de la foto al entrar a los baños, porque pensaba que había un sitio dentro en donde dejarla y vestirse ya antes de salir al vestíbulo del quinto piso. Pues no, había que despelotarse mismamente en el vestíbulo. Cuando entré en los baños estaba solo como la una, lo cual resultó ser tremendamente positivo. Después de ducharme, probar la sauna y los baños de agua caliente, decidí meterme en ese sitio con capacidad para una sola persona lleno de agua fría, por aquello del tan saludable contraste. Algo perfectamente normal en unas termas como las de Orense que no se puede hacer aparentemente en Corea.

En cuanto el viejo haraposo encargado del mantenimiento se giró al salir de la sala en donde se regula la temperatura de los baños, me miró con una cara mezcla de desprecio, repulsión, odio y ansias asesinas. Por poco me saca a hostias, menos mal que era el único capullo que andaba por aquellos lares. Después me fijé en el pequeño cubo que había al lado, así que supuse que la gente utilizaba esa agua fría para echársela agua fría, sin la más ligera sospecha del contacto establecido anteriormente con un par de testículos occidentales, ausentes en esa gentuza que se limita a echarse un poco de agua fría sin meterse de lleno como un campeón.

Después del desastre, cuando me estaba vistiendo llegó un coreano sonriendo de oreja a oreja y diciéndome "party, party". Solo comprendí después que había utilizado esa palabra y a lo que se refería, porque mis tres amigas me estaban ya esperando. El encargado me metió prisa para que me vistiese, así que me estaba poniendo la parte de arriba mientras me acercaba a la salida de la zona reservada a los machotes. Recibí de nuevo una amonestación verbal con una frase en coreano que debía de significar probablemente "¡Pero vístete primero, coño!". Podría haberle respondido "Pues no me metas tanta prisa entonces", pero naturalmente mi coreano no daba para mucho.


Minji y Crystal me presentaron a su amiga Anne, nada y más y nada menos que una modelo. Caminando por Tokio un solo día puedes ver a un número desorbitado de bellezas, pero en Corea pocas me llamaron la atención. Y la verdad es que Crystal y Anne ocuparon la primera y segunda posición. Fue una experiencia inolvidable y exótica estar conversando en saunas de diferente temperatura. He aquí la prueba de agudeza visual: una sauna está a 65 ºC, y la otra a 10 ºC. Supongo que podréis adivinar cuál es cual.

1 comentario:

  1. Pues vaya vidorra q te estás pegando por esos lares Servando . Qué en vidia das chaval. Un abrazo y a seguir con este maravilloso blog, q nos hace a los demás viajar contigo.

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