viernes, 5 de junio de 2009

Paella: bautismo de fuego

La verdad es que cada vez me gusta más esto de cocinar. Solía pensar que no merecía la pena invertir horas preparando algo que al final vas a devorar en unos cuantos minutos. La balanza que mide el tiempo invertido en porcentajes para ambas actividades se decanta tan claramente a favor del proceso de deglución que uno no puede sino sentir la más fervorosa de las admiraciones al ver cómo los cocineros y cocineras se afanan con denuedo en la preparación de la comida, para deleite de los miembros y *miembras de la familia. Como bien decía Eljueves, la cocina es ese lugar misterioso en el que entra tu madre de manos vacías y sale, como resultado de un enigmático proceso producto de complicadas ecuaciones matemáticas que representan toda una incógnita, cargada de suculentos alimentos que tú mismo no podrías producir ni borracho. De hecho, no son pocos los intentos infructuosos de imitar a tu progenitora que acaban en desastre.

Soy una persona paciente en general, pero cuando uno tiene hambre y sabe que debe esperar la friolera de más de una hora evitando que la baba haga contacto con el plato que está preparando, a la par que vence la tentación de desistir en el intento al sentir los olores que emanan de la futura comida, no hay espera que valga. Sin embargo, hace ya un tiempo que he encontrado cierto regocijo en esto de la cocina, y he acabado por coger una práctica monstruosa en la elaboración de tortillas de toda índole.

Ahora bien, las paellas eran, hasta hoy, territorio exclusivamente paterno. El espartano entrenamiento al que se sometía mi padre, preparando paellas una y otra vez hasta alcanzar la más suma de las perfecciones, ha terminado por convertirlo en un auténtico maestro en este noble arte. Atrás quedan ya esas autoflagelaciones: "¡debí echarle más/menos sal/chorizo/cebolla y/o echar el arroz antes/después y esperar 16/17 minutos, me cago en Cristo/Dios/los patucos del niño Jesús!"; o acusaciones a terceros: "si este cabrón (yo ;-D) no me hubiera confundido con el número de vasos... ¡Tú, sí, tú!".

Sin embargo, su hijo, ese sempiterno atento observador pero nulo hacedor, parecía pillarle el tranquillo. Pero como en todo, hasta que no lo hace uno mismo se pueden escuchar mil veces las instrucciones, que da exactamente igual. Así que, aprovechando que esta vez sí había un bombón al que impresionar, decidí poner todo mi ahínco y este fue el grotesco resultado.


He aquí el engendro.

Huelga decir que los japoneses asistentes, fieles a su costumbre, se deshicieron en elogios hacia mi obra. No deja de ser una opinión sin gran valor objetivo, ya que su educación no les permite decirte cosas como "¿Vaya mierda de paella que te has currado, no? Sabe a hostias en vinagre". Probablemente alabarían tu comida aunque se tratase de un soufflé de bosta de vaca. Con todo, pese a otorgarme un suspenso en cuanto a la preparación de las gambas (tenía que haberlas pasado más, me cago en X), creo que era bastante comestible, sobre todo para ser la primera vez. Yo diría además que acerté con la sal, y todo esto contando con unos ingredientes que no eran la reoca. ¡No está mal! La próxima vez saldrá mejor.

Acabo con un vídeo de la fiesta.


6 comentarios:

  1. Seguro que los elogios a tu paella eran ciertos, más que nada (y no por desmerecer tu arte) porque por lo que vi, allí les fascina la comida española. Si hasta vi una moto de un telepaella! XDD (Si me toca la loto, me mudo a japon y monto un teletortilla...)Ademas, dicen que los niños no mienten, y el del video corria detrás del plato.

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  2. THRF Tu Hermanita RequeteFavorita8 de junio de 2009, 12:15

    ¿No estaba prohibida la clonación de humanos? ¿Cómo pueden ser tan iguales l@s japones@s? yo no los diferencio ni de un chino, pero es que entre ellos hasta debe de ser difícil diferenciarlos...
    Ánimo Pitu, tú diles que en España te llamban Karlos Arguiñano y que tenías un programa en la TV y todo.
    Por cierto ¡QUÉ PINTA MÁS ASQUEROSA TENÍA ESA PAELLA! ¿no querías maleducados que te dijesen a verdad ¡¡¡BWA HA HA HA!!!
    Que no...que esa movida de arroz tenía buena pinta, neeeeno, buah!te pillarías a cualquiera de las jás que estaban por esa quelo, neeeeeeeno (obsérvese que el idioma coruño es el único que THF maneja mejor que tú :D :D

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  3. @patri: Menuda energía tenía la criaturilla, nos atacaba constantemente lanzándonos sus Ultramanes y demás superhéroes variados a discreción. No estaba mal, pero perdí la cuenta al echar los vasos (como los grandes maestros) y fue mi perdición.

    @THRF: Solía pensar lo mismo, pero cuando has estado un tiempo, la verdad es que los diferencias tanto como a un occidental. Lo que es más difícil es distinguirlos a primera vista de los coreanos (de los chinos es más fácil).

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  4. Hola piru....sobrino¡¡¡
    En realidad esa cosa pastosa que has fabricado espero que no te haya llevado mucho tiempo, o quizás más de la cuenta? , quizás en vez de 20 minutos lo dejaste 45? o es que quizás lo que realmente estabas cocinando eran pelotillas de arroz??? o quizás.....etc.
    En la incertidumbre está el éxito, sigue así que nadie irá a comer contigo ni siquiera los tan educados japoneses, lo que tengo claro es que tu familia NONONONO.
    Besiñoooooooooooooooooooos muy fuertes. Mary

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  5. De lo que se come se cría, espero futuro post con los "whereabouts" de cada uno de los personajes que estaban en esa casa.

    Sobre la paella no tengo nada que decir, yo bastante me conformaría con que se pareciese a una paella. Además juegas con ventaja, como probablemente casi ninguno de los comensales hubiera probado nunca una paella, cuando prueben una de verdad dirán: "Que rica está esta paella, pero es un poco distinta a la de Servando" (traducción del japonés: "Pero qué puta mierda es esta! la de Servando estaba muchísimo mejor!").

    Por cierto, ¿de donde sacaste el colorante amarillo?

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  6. ¿Colorante amarillo? ¡Como osas insultarme de esa manera! Utilicé nada más y nada menos que todo un bote de azafrán (que no es decir mucho, claro), me costó 4 euros. Pero me pasó lo que a mi padre, me perdí en la cuenta y el arroz tenía que haber estado más seco.

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