Pues sí, el viernes fue el último día de clase en la academia. En total han sido 135 horas que me han servido para adquirir unas nociones de la lengua japonesa. Las últimas 30 horas han sido especialmente provechosas, porque yo era el único estudiante de la clase. Por alguna extraña razón, nadie más se apuntó y pagué un precio normal por unas clases que parecían privadas. Hice las preguntas que me daba la gana y trataba de explicarme en japonés. Nunca pensé que sería capaz de hacerlo al llegar aquí, así que he quedado muy contento con la academia Kai. Desde luego, si vuelvo a Tokio ya sé a dónde ir.
El último día fue especialmente divertido. He tenido muchos profesores distintos (unos nueve), pero Morooka-san me ha parecido el mejor. Debido a su condición de traductora EN-JP Maroyama-san siempre podía recurrir a la palabra inglesa, pero Masaharu siempre lograba explicarse sin recurrir a esa lengua. Por otra parte, el nivel de inglés de los profesores no suele ser muy alto, lo cual a fin de cuentas viene que ni pintado para hacer un esfuerzo mayor y tratar de comprenderlos.
¡Gracias por todo, profesores!
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