Presenciar unos buenos combates de sumo no es tan fácil como parece. Además de Tokio, las otras ciudades en donde se disputan torneos son Nagoya, Osaka y Fukuoka. Estas competiciones duran 2 semanas seguidas, con encuentros durante todo el día (desde las 8:30 hasta las 18); yo he tenido la suerte de estar todavía aquí para el torneo de septiembre (y que ese torneo se disputase en Tokio). Así que fui con Chica (una de las personas más amables y maravillosas que he conocido en mi vida) a disfrutar de unos buenos encuentros en directo. La entrada más barata costaba 3600 yenes, así que nos decidimos por esa. Aunque estaba un poquito lejos, se veía muy bien y había muchos asientos libres delante en los que no me hubiera importado sentarme, pero mi limitada educación me lo impidió.
A pesar de que el precio es un tanto elevado, uno puede quedarse en el recinto tanto como quiera, o salir y volver al cabo de un rato. También hay puestos de comida, así que pudimos recargar energías mientras veíamos los combates. Ha sido una experiencia muy interesante, entretenida y enriquecedora. Independientemente de que a uno no le guste el sumo, tiene bastantes aspectos interesantes sobre la cultura japonesa que me resultan irresistibles de investigar.
Los luchadores realizan un pequeño ritual antes de lanzarse al ataque. Esparcen la sal contenida en esos recipientes de la esquina sobre la arena para purificarla, dan una palmada y extienden las manos en cuclillas para mostrar que no llevan armas (ese es el origen del movimiento, vamos) o patean el suelo con ambas piernas para ahuyentar los malos espíritus. En esta foto se pueden ver las dos fases: primero se inclinan hacia un lado y alzan la mano cuya correspondiente pierna van a levantar. Después hacen lo propio con la otra.
Lo cierto es que a veces los luchadores pueden tirarse un buen rato amagando el comienzo del combate. Para empezar tienen que llegar a sincronizarse perfectamente, es como una especie de acuerdo no hablado. Si uno se lanza a por el otro pero este no reacciona, el combate no puede empezar. En este vídeo se puede observar cómo se demora el inicio hasta que los contrincantes no están preparados. Nótese como la primera postura que adquieren al ponerse en cuclillas no es la de combate, siempre es la segunda. Eso también me llamó la atención.
En los aledaños del estadio hay pancartas con los nombres de los luchadores o rikishi (力士) más famosos.
Al ser el primer día del torneo, hay varias ceremonias. Una de ellas reúne a todos los luchadores de rangos superiores, tanto los del este como los del oeste, ataviados con su kesho-mawashi (化粧廻し). Cada uno de estos delantales cuesta al menos 2 millones de yenes, y los que hay que llegan a valer 10. ¡Inquietante!
En el techo se pueden apreciar los retratos de anteriores ganadores. Según me dijeron, son fotos que después adquieren apariencia de retrato en pintura. Asashōryū Akinori es la figura cuasi omnipresente, debido a su espectacular dominio en los últimos años.
En el techo se pueden apreciar los retratos de anteriores ganadores. Según me dijeron, son fotos que después adquieren apariencia de retrato en pintura. Asashōryū Akinori es la figura cuasi omnipresente, debido a su espectacular dominio en los últimos años.
Aquí vemos a uno de los dos yokozuna (en el centro), ataviado como tal, realizando su entrada ceremonial. ¡Y rima! El yokozuna (横綱,) es el rango más alto dentro del sumo. Actualmente hay dos, pero esto no tiene por qué ser siempre así. Puede haber hasta cuatro o incluso ninguno. Los dos yokozuna actuales son Asashoryu (朝青龍) y Hakuho (白鵬). Curiosamente, ninguno de los dos es japonés, ambos son mongoles.
El sumo no es un deporte vetado a extranjeros. Buena prueba de ello es este combate entre Baruto Kaito (把瑠都 凱斗, Estonia) y Kotoōshū Katsunori (琴欧洲 勝紀, Bulgaria). Este último ha sido el primer europeo en obtener el rango de ozeki (大関), el inmediatamente inferior al yokozuna. Es un luchador tremendamente popular en Japón, no había más que oír cómo coreaban su nombre y hasta le hacían una entrevista en el panfleto que me dieron. ¿Quién ganó el combate? Veámoslo...
¡Bravo!
¡Bravo!
Algunos encuentros, generalmente los más populares, están patrocinados por algunas empresas. En este caso había 11 anuncios, lo cual es una cifra considerable. Al término del combate, el árbitro entrega la pasta al ganador en un sobre y este dibuja el kanji de kokoro (心) con la mano, en señal de agradecimiento. De todas formas, no hay más que ver sus caras para darse cuenta de que no lo hacen con mucho sentimiento.
Por lo que veo, la gente también se descalza en los estadios. En todo tipo de recintos. Unos están sentados y otros extienden las piernas sobre esas mini colchonetas o cojines mullidos de color rojo. También me pareción ver espacios reservados para dejar el calzado.
ResponderEliminarBy "Figura".